once

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Mateo

Una vez entre en la clase de psicología pude ver a lo lejos a Milana con Lucía, al percatarse de que entre, me miró rápido y volvió a centrarse en su amiga, acción que me hizo fruncir el ceño.

Sentí el brazo de Fede pasarse por mis hombros haciendo que saliera de mí pequeño trance y lo mirase un poco preocupado por la actitud de la castaña.

—Me contaron que el otro día Milana fue a tu casa—informó mí acompañante subiendo y bajando las cejas divertido—¿Chaparon?

—Sí y no—contesté y volví a poner la vista en la castaña quien seguía entrenida con Lucía—Ahora vengo.

Y antes de que pudiera recibir una respuesta por parte de mí amigo, caminé hasta la mesa de las chicas. Me paré al lado de Milana y ambas me miraron, Lucía con una sonrisa y la otra sin ninguna expresión en su cara.

—¿Podemos hablar?—cuestioné, está alzó una ceja y me ignoró volviendo a centrarse en su amiga—Milana...

—¿No ves que estoy ocupada flaco?—espetó molesta la ojiverde. Su repuesta me descolocó bastante, entonces agregó:—Andate, molestas.

Me pase la lengua por los labios y mordí el inferior soltando un suspiro, la agarré de la mano para que me mirase, sin embargo ella me la saco con asco.

—Andate Mateo—determinó un poco más enojada, negué haciendo que soltará un bufido de frustración—Dejame de...

—Un momento—pedí suplicando con las manos, negó y se mordió el labio para después levantarse.

Caminamos hacia una de las mesas de atrás, las cuales estaban solitarias ya que nadie se sentaba allí. Una vez nos sentamos, ella cruzó las piernas y apoyo su cara en su mano.

—Que—soltó con asco, me pasé la mano por el pelo y la miré.

—¿Que te pasa?—cuestioné mirándola, acerque un poco más mí silla a ella—¿Te hice algo?

—No sé, vos sabrás lo que hiciste o lo que dijiste—resaltó la última palabra, fruncí el ceño sin entender y ella soltó una risa sarcástica—Que te haces el que no sabes Mateo, por favor, fingís tan mal flaco.

—¿Eh? ¿de que estás hablando Milana?—interrogué más confundido y desconcertado que nunca—¿Que pasó?

Antes de que pudiera seguir preguntando, noté como ardió un poco mí mejilla a causa de la tremenda cachetada que me había dado. Trague en seco y me sobe el cachete con los ojos abiertos de par en par ante aquella acción.

—¿Quién mierda te pensas que sos como para andar diciendo que anduvimos chapando, cogíendo y que te hice tres petes pedazo de pelotudo?—recriminó empujandome un poco.

La agarre de la mano y la atraje hacia mi, recibiendo empujones y pellizcos de su parte.

—Para, tranquilizate—hablé suave, ella se negó y siguió dándome golpes—Dale bebé.

—Bebé las bolas flaco, sos un imbécil, soltame—ordenó con más enojo.

La agarre de los cachetes y la separé un poco de mí para que me mirase, tenía la mirada oscura a causa del enfado.

—Mila—empecé, y ella volvió a negar pero esta vez vi como sus ojos se cristalizaban—Te juro que nunca diría nada de eso, en el caso de que haga algo con vos, de nosotros no sale. Aparte ¿para que diría algo así? ¿para que me odies después de las tardes lindas que pasaste en mí casa?

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me hace acordar a valen y a yle😢

fría ; truenoWhere stories live. Discover now