nueve

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Milana

Giré la llave y abrí la puerta de mí casa para después cerrarla detrás de mí espalda. Dejé la mochila en sillón y me encamine hasta la cocina encontrándome con mí progenitor hablando por teléfono.

Estaba parado dando vueltas por toda la sala en símbolo de preocupación, además de que tenía un millón de papeles esparcidos por toda la isleta.

—Hola pa—saludé abriendo la heladera para sacar la jarra de agua, no recibí ninguna contestación de su parte, solo una seña indicándome que estaba ocupado hablando por el dispositivo seguramente de cosas del trabajo.

Negué y me mordí el labio para después dejar el vaso en la pileta y mirarlo detenidamente mientras discutía con alguien sobre una vivienda.

Mí papá era el jefe de una inmobiliaria súper conocida en la ciudad y siempre estaba ocupado con temas de la empresa, por lo tanto, no tenía tiempo para mí, según el era por mí bien y para ayudarme en el futuro ya que esa empresa pasaría a ser mía cuando el se jubilará, para hacer honor a la herencia familiar.

Cuando termino con el llamado, me miró por un instante y después se dio la vuelta para empezar a ojear algunos papeles de rentas de pisos.

—¿Hola no?—recriminé expectante y un poco cansada por esa actitud.

—Hola—soltó como si nada sin mirarme ya que estaba ocupado observando y buscando papeles.

—No sabes pa, hoy fui a la ca...

—No tengo tiempo ahora Milana, después me contas—intervinó siguiendo con su tarea.

Me mordí el labio y sentí mis ojos aguarse de un momento para otro, asentí sin que me viera y me fui de la cocina hasta el sillón para agarrar mí mochila e irme a mí pieza.

Las lágrimas ya estaban cayendo de forma desenfrenada y era algo inevitable e imposible pararlas. Estaba cansada de esta escena casi todos los días, de no recibir ni un minuto de atención por su parte, eso era lo único que rogaba.

No tenía hermanos porque según el era estresante tener dos hijos, además de que se quedó medio tocado cuando mi mamá lo abandonó dejándome a su cargo.

Me habían tenido bastante jóvenes, al principio fue duro pero después de un tiempo lo aceptaron, el caso es que cuando nací todo fue bien hasta que pasaron unos meses y mí mamá se desentendió, en modo de explicación le dejo una carta a mí papá con lo siguiente; “Perdón Maxi pero no puedo, soy muy joven y me queda mucha vida por delante como para hacerme cargo de una criatura ahora”

Al recordar eso, la fluidez con la que caían mis lágrimas aumentaron, saber que fui una bebé no querida por mí mamá y completamente ignorada por mí papá, me dolía.

Me dolía el hecho de que mí papá estuviera al lado mío pero lo sintiera como si estuviera a kilómetros de distancia. Hacia bastante que no recibía muestras de cariño por su parte, para ser exactos desde los siete años, necesitaba que me abrazara fuerte y que dijera dos simples palabras; “te quiero”

Me pase una mano por la cara y solté un suspiro; me cansaba, me estresa y me ponía mal toda esta situación.

Me hice una colita bien alta y me tiré en la cama con el celular para intentar distraerme un poco. Estaba en la página inicial de instagram hasta que en la barra de notificaciones aparecieron tres mensajes de un número que no tenía agendado.

+54 692 563 168: Hola Milanga, soy Rayoo

+54 692 563 168: Alguien quiere saludarte🙄

+54 692 563 168: (Audio) hola milaaaa,  ya quiero que vuelvas y juguemos a la playy ¿podes venir mañana? Porfi porfiiiii

Sonreí al escuchar a Emi, después de hacer un poco del trabajo con el morocho me fui con su hermano a jugar al FIFA, cosa que ame porque me cagué de la risa.

Antes de que pudiera contestarle algo, lo agende y de un momento para el otro me llegó otro audio que no dude en apretar para escucharlo.

Rayo⚡: (Audioy a mí cuando me venís a ver? Que te alimente toda la tarde gordita linda.

Escuchar su risa al final del audio me encantó y no tardó en contagiarme, junte mis dedos y escribí una respuesta.

Mila❣️: Mañana voy sin falta.

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lo piden lo tienen, aparte largooo😜

fría ; truenoWhere stories live. Discover now