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El techo de su habitación era lo más aburrido que alguna vez pudo mirar. Era tan... Ordinario y cotidiano que hasta se había aprendido cuántos hoyos tenía. La mancha junto a la luz led en el centro de la habitación y la pintura que se caía en las esquinas.

Estaba descuidada.

Se sentó encorvándose en el proceso, haciendo que sus huesos tronasen ruidosamente. Se permitió bostezar y se estiró levantando sus brazos. Había dormido bien, después de tanto tiempo.

Volteó a mirar su reloj y jadeó. Si no se apuraba, llegaría tarde. No le gustaba llegar tarde, pues cuando lo hacía se veía obligado a entrar al salón en medio de la clase, llamando la atención. ¡A veces cambiaban de salón! Tenía miedo de perderse o, peor, entrar en la aula que no es. Eso sería horrible y se llevaría un buen regaño.

Odiaba llamar la atención y odiaba que lo regañaran.

Se levantó y corrió al baño, si se apuraba aún podría bañarse.

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Sus pies, delicadamente danzando sobre la madera del escenario; yendo y yendo, luego viniendo. Sus brazos moviéndose al ritmo de la música que inundaba el teatro, marcando los compases, entrelazandose con las blancas del tempo —marcando, luego, una que otra negra—. Saltaba y se tiraba al suelo, rodando.

Bailaba con gracia y elegancia.

Al terminar la canción, sus jadeos y —para su sorpresa— aplausos, inundaron el teatro. Giró impávido su cabeza y sonrió.

— Hoseok Hyung

— Has mejorado, TaeTae.

Y lo que decía era cierto. Taehyung jamás había sido el mejor bailarín; sus pasos, en un principio, eran descoordinados, desastrosos, lamentables, pero ya no quedaba rastro de aquello: ahora solo se apreciaba la gracia y delicadeza en cada paso. Casi perfección.

— y... ¿Cómo te trata la vida? — Hoseok se sentó en el borde de la plataforma.

— Ya sabes, bien — su amigo se sentó junto a él — ¿Qué hay de ti?

— Pues, un mierda — dejó caer su peso hacia atrás, para acostarse. Rió sin gracia, mientras cubría sus ojos con su antebrazo — Min me dejó y, no solo eso, ahora me ignora constantemente.

Min Yoongi, aquel que se había robado el corazón del pelirrojo, que había desvirginado su cuerpo, que le había arrebatado cada suspiro. Lo amaba, él lo sabía —Yoongi, inclusive—, pero jamás le había sido suficiente y, aunque Yoongi no era mala persona, Hoseok jamás supo llevar su relación: eran inestables.

Ellos se habían conocido hacia ya un buen tiempo, tal vez siete u ocho años; habían compartido felicidades y penurias juntos, y aunque todo parecía terminar en una linda amistad, fue sorprendente verlos, luego, como una pareja oficial. ¡Eran de esos amigos goals!

Ya no sé qué hacer, o cómo tratarlo. Es como si... Cada cosa que hago está mal, o termina molestándole.

— Hyung, debe tener paciencia. — sonrió Taehyung — ¡Sé que si lo ama, todo estará bien!

— Siempre tan lindo, TaeTae. —rió de nuevo— Como sea... Me gusta como bailas ~

Taehyung supo, entonces, que su Hyung no quería hablar sobre su desamor y lo entendía —no realmente, él jamás había tenido ese tipo de problemas—. Apoyaba su decisión, así que cambió de tema, de igual forma. Se entendían a la perfección; sabían lo que sentía el otro con tan solo ver sus reacciones.

Así estaban bien y se sentían orgullosos, por llevar adelante una amistad tan bonita y fuerte como la suya. No podían negar que a veces peleaban, pero nada era realmente grave.

No por esos tiempos, por lo menos. En un principio, su amistad era una real mierda: peleaban y se hacían daño adrede. Eran jóvenes y algo inmaduros, no sabían cuidar aquello que tenían.

Ahora lo hacían.

"Nunca te dan un sueño sin concederte también el poder de hacerlo real"— Richard Bach

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"Nunca te dan un sueño sin concederte también el poder de hacerlo real"
— Richard Bach

Dreamer ♡ vkWhere stories live. Discover now