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Once.

—¡Alex! —regañó Simón a su hijo. Nuevamente el niño no quería estar con Luna.

Le sacaba la vuelta. Le hacía gestos. Le daba a entender que no quería estar con ella.

Y ahora, Alex jaló el cabello de Luna haciéndola abrir su boca indignada.

Definitivamente el niño no la quería ni ver.

—¡Pero que le pasa! No le he echo nada. —chilla la mexicana en los brazos de su prometido, completamente ofendida.

Matteo miraba todo el momento con diversión y un poco extrañado.

Hace cinco semanas que el niño adoraba a Luna, ¿Cómo es que de un día para otro se comportara de esa manera tan extraña con ella?.

Simón soltó una carcajada haciendo reír por lo bajo a Mónica.

—Lo siento —dijo entre risas al ver las miradas que los presentes le daban— Pero recordé cuando le hice lo mismo a Luna hace años. —rió más fuerte.

Luna rodó sus ojos y lo miró mal.

—Ahora sé y no me cabe la mera duda de que sí se parece a ti.

Matteo negó con una sonrisa en sus labios.

—¡Hola, familia! —la voz de Alferdo se hizo presente en el jardín trasero de la mansión.

Luna se soltó de los brazos de su prometido y corrió como niña chiquita hasta su abuelo, lo mismo pasó con Ámbar. Las dos alejaron a Miguel de la silla de ruedas y abrazaron por detrás a su adorado abuelo dándole un beso en la mejilla cada una por su lado.

Miguel con una pequeña sonrisa, saludó a su yerno amistosamente seguido de Simón. Después, se fue con su esposa para abrazarla.

—¿Cómo te fue en el hospital, abuelo?

—¿Estás bien? ¿Cómo sigues? ¿No tienes nada malo, verdad? Espero que no porque...

—¡Dale, dale! —interrumpió divertido a Luna. Luna lo miró con preocupación, mientras que los demás, veían divertidos a la mexicana— Tranquila, Luna. Primero respirá y has pausas al hablar, hija. —rió. Ámbar se separó del abrazo y sonrió divertida mirando a su prima.

Luna se sonrojó y apretó sus labios enderezandose en su lugar y apoyando sus manos en el respaldo de la silla de ruedas de su abuelo.

Matteo no pudo evitar que una sonrisa divertida y burlona se estirara en sus labios. Cruzó sus brazos y la miró aún con su sonrisa. Luna hablaba y preguntaba mucho cuando estaba nerviosa.

—Evitemos a la preguntona de su nieta y concentremonos en usted, señor Alfredo. —comentó Simón burlón.

Su hijo en sus brazos rió y aplaudió torpemente.

Luna abrió su boca ofendida y cruzó sus brazos enfadada.

—Ustedes dos tienen algo en contra mío, está confirmado. —hizo un puchero.

Alfredo negó sonriente mientras que Ámbar fulminaba a su esposo con la mirada. El mexicano alzó su brazo demostrando "paz" sin soltar a su hijo.

El niño simplemente se escondió en el cuello de su padre al ver que su madre se acercaba a ambos.

Mientras que Matteo, soltó una risa y abrió sus brazos cuando la mirada de Luna se posó en él. Ésta sin dudarlo y sin decir una sola palabra fue a refugiarse en los brazos del italiano formando un abrazo.

Alfredo ladeó un poco su cabeza mirando a sus nietas con una sonrisa, feliz por ellas. Una ya estaba casada con un hermoso hijo y la otra estaba a punto de casarse.

Reencuentro; soy lunaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang