Reencuentro; soy luna

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¡Hola! Primero que nada y antes de que comiences a leer, te aviso que este capítulo será muy rápido con respecto al paso de los meses. Así que te pido una disculpa de que vaya más rápido que yo cayendo en la depresión uwu

Igual espero que disfrutes este larguísimo capítulo, gracias♥️

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Diecinueve.

Omnisciente.
Una semana después.

—¿Qué? —la rubia ojiazul frunció su ceño ganándose la atención de la mexicana— Vaya, hasta que se dignan a hablar, malditos. —rodó sus ojos recargandose en la pared. Luna dejó su ensalada de lado colocándose de pie lentamente para ir al lado de su prima. Ámbar, mientras escuchaba la voz de Gastón a través de la línea telefónica le hizo señas para que se sentara. Luna se cruzó de brazos negándose. La rubia bufó y la fulminó con la mirada— Si si, aquí está la insoportable de Luna. —la nombrada abrió la boca ofendida— Dale, te la paso. —despegó el teléfono de su oído y se lo tendió a la mexicana con una sonrisa falsa. Ésta le sacó la lengua agarrandolo.

—¿Hola? ¿Nina? —habló, con su ceño fruncido.

—¡Luna, amiga! —su tono de voz se escuchaba feliz, emocionada y eso hizo confundir a su amiga— Luna no sabes lo que...

—¿Que Gastón te secuestró, prácticamente? ¡Sí, lo sé! Matteo me lo dijo. ¿Dónde están? ¿Estás tú bien? ¿Te hizo algo? ¿Por qué te llevó? ¿Para qué? ¡Nina no puedo parar de hablar, tengo muchos nervios! esto es su culpa, no sabes lo preocupada que estoy. ¡Un mes sin verlos! ¡UN MES! Juro por Matteo que si Gastón te hizo algo voy a golpearlo. —terminó de hablar con su respiración agitada. Atrás de ella escuchó la risa de su prima y a través de la línea una varonil.

Gastón se estaba burlando de ella.

—Y no estoy bromeando. —añadió junto a un gruñido. La risa al instante se dejó de escuchar y se sintió satisfecha.

—El embarazo le pegó fuerte. —murmuró Gastón alzando sus cejas, Nina no dudó en golpearle el brazo.

La mexicana caminó con el teléfono aún en su mano hacia una silla para tomar asiento. No aguantaba sus piernas, le hormiguean, y ni se diga su espalda. Era un dolor insoportable.

—Mmm, y luego decían que no tenía carácter. —se burló Ámbar y divertida, salió de la cocina para darle privacidad.

—¡Lo siento! Es culpa de Gastón. —a lo lejos se escuchó un «¡Oye!» indignado— Él me quitó mi celular.

Luna suspiró, y sobó su frente con sus dedos.

—Está bien, no hay problema, supongo. —murmuró, jugando con su cabello. Después arrugó su nariz— ¿Se reconciliaron?

—Te cuento cuando vuelva que eso sería en dos días. —habló demasiado rápido. Luna al escucharla arqueó sus cejas y sonrió divertida.

—Claro, diviértete, aunque supongo que eso ya lo habrán hecho. —mordió su labio evitando reírse.

—¡Luna...! Ah, olvidálo. —bufó, y la mexicana la imaginó con sus mejillas rojas haciendo que soltara una risita— ¿Cómo vas vos? Lamento mucho no estar ahí contigo...

Suspiró.

—Nina no te preocupes, en serio. Solamente me hubieras llamado o dado alguna señal de vida para no preocuparme por ti. Disfruta de... donde sea que estés, con Gastón. Neta se lo merecen mucho. —sonrió con ternura. Por su mente, pasaron todos aquellos momentos y secretos que ambas se decían en su adolescencia. Aquellos secretos donde tanto Matteo como Gastón, iban incluidos. Sacudió la cabeza alejando esos pensamientos y se enderezó, con una sonrisa creciendo en sus labios— ¿Sabes algo? este pequeño no para de crecer y yo cada vez me siento más cansada, mi espalda me duele. —hizo un puchero.