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Catorce.

Alex en el regazo de su bisabuelo era la escena más tierna de lo que lleva el resto del día. Alfredo había hecho un gran berrinche para tenerlo con él, aunque Ámbar no estaba de acuerdo al principio, terminó aceptando.

Y no se contuvo en tomar unas cuantas fotos de esa bonita escena. Aun así, la preocupación no se iba de ella. Se sabe que Alfredo tiene sus piernas muy débiles, no puede estar de pie porque no resiste, es por eso que está en una silla de ruedas y si algo pone sobre sus piernas a la hora de quitarlo le dará algunos dolores.

Alex cada día crecía más por lo tanto estaba muy pesado. Pero bueno, cada acción tiene su consecuencia.

Por otro lado, Mónica ya había dado el aviso a todos lo que vivían en la mansión que la señorita Alice Cooper se había marchado y era para siempre, sorprendiendo a todos, en especial a Luna y Matteo, la primera no pudo evitar sentirse en paz al igual que su acompañante. Por fin esa mujer se había ido de sus vidas por completo.

Los chicos y chicas que seguían viviendo en la mansión Benson se juntaron para tener una salida de viejos amigos en un seguro Bar a solo treinta minutos de la mansión. Matteo era el encargado de llevarlos a todos a salvo, así que el alcohol estaba prohibido para él y por ende, también para Luna.

Aunque nadie sabe todavía de la sorpresita de esos dos, ambos planeaban decirles a sus amigos esa noche.

—¿Entonces salen de joda justo cuando me fui? —pregunta con indignación Jazmín, a través de la pantalla.

Nina, Jim, Delfi, Ámbar y Luna se miran entre ellas para después mirar apenadas a la castaña de cabello corto.

—Si, bueno...

—Verás, Jaz... Nosotras...

—E-es que tengo una noticia que darles. —habló Luna, nerviosa, interrumpiendo los balbuceos de las demás.

Las cinco miradas de las chicas la pusieron más de nervios y jugó con su cabello ondulado.

—¿Una noticia? —pregunta con las cejas alzadas Jazmín acercando su rostro más a la cámara de su laptop.

Jim, Delfina y Nina se dieron una mirada discreta entre ellas tres, ya sabiendo más o menos de que trataría, mientras que Ámbar arqueó una de sus delgadas cejas y cruzó sus brazos mirando a su prima.

—¿Po-por qué me miran así? —preguntó con una sonrisa nerviosa la mexicana mirando a cada una de sus amigas.

—Oh, no por nada. —el acento arrastrado argentino de su prima la hizo mirarla— Dale, mejor decílo de una vez aquí ya que tenemos a Jazmín con nosotras.

—Ehhhhh... ¿Saben qué? Mejor voy a buscar a mi papá para decirle si puede hacerme un favorcito, ¿no? —ríe nerviosa— Con su permisito.

Nina se mantuvo en silencio, Jim miró por donde su fue Luna y Delfi miraba a Ámbar con su ceño fruncido.

—¿Vos andás bien? —le preguntó a la rubia, ganándose la atención de todas y rompiendo el silencio.

—¿Por qué lo decís? Yo estoy de maravilla. —encogió sus hombros y tiró su pelo rubio hacia atrás acomodándose en el sofá.

—Eh, no. En realidad, no estáis bien. —intervino Jim negando, parpadeando— Hace unos días que te notamos así.

—¿Qué? ¿De qué me perdí? Ay, ¿vieron que cuando me voy siempre me pierdo de todo? —se quejó Jazmín cruzando sus brazos.

Ámbar bufó y negó.

—Ahora ya no tengo nada, ¿sí? Tranquilas. —explicó— Antes sí, pero ya no.

Reencuentro; soy lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora