Capítulo VIII: En ese momento, se sintió el verdadero terror

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Habían pasado 3 meses (N/A:Y casi un lustro desde que actualice) y casi nada había cambiado, a excepción de que ya todos empezaban a acostumbrarse a los engendros que día con día se instalaban lentamente en su vida

Los mas acostumbrados eran Pip y Dot siendo que aun eran niños era algo fabuloso jugar con los hermanos tazas y se entretenian juntos cuando no eran horas laborales. Eso si, no hagan llorar a ninguno o se enfrentarán a varias horas de poder calmarlos

O sino sentirían el verdadero terror al ver enojado a uno de los dos jefes.

Era extraño el cómo tanto el diablo como el dado habían estado cuidando a aquellos dos mocosos. King Dice incluso dejo varios de sus puestos en el trabajo para cerciorarse de cuidar a los niños, dejando a cargo a su confiable seguidora Piroluleta. El hecho de que el casino era ahora una guardería se sabía por todas las 3 islas, pero Diablo se encargaba de todos aquellos que osaran reírse de su local.

El lugar, que en un momento era conocido por su mala muerte y dejar, literalmente, tu alma en la mesa, era ahora un lugar donde podías escuchar varias risas de niños pequeños, vasos rompiéndose por accidente, pasitos dar de un lado a otro y nuevos juegos de apuestas cada que ponían a los bebés a hacer un estúpido juego de carreras.

Cuphead era quien ha ganado más partidas en contra de su pobre hermano.

Pero era claro que, por como se han estado acostumbrando lentamente a dos niños dentro del casino, el respeto se estaba perdiendo y muchas personas que no conocían su lugar se aprovechaban de ese hecho.

No sabían verdaderamente lo que les deparará si hacían algo en contra de los dos integrantes de aquella extraña familia de lunáticos.

Era una noche de lluvia tranquila. El local estaba a todo lo que da; música, juegos, palabras aborrecidas y clientela satisfecha bebiendo y apostando. Eran esas noches dónde Diablo solía disfrutarlas, porque salía a jugar para poder robar un poco de dinero, o quizás, el alma de algún malnacido.

King Dice era... Otra historia.

— ¡Cuphead! ¡Bajate de ahí! ¡Mugman, no rompas ese vaso, ya van cinco veces esta semana! ¡Maldita sea, Cuphead! ¡Es la última vez que te llamo!

En noches así era donde los niños estaban siendo más insoportables para el pobre dado.

El adulto de morado se hallaba sobre la sala de descanso atrás de los juegos del casino, cuidando de los niños y arreglando papeles importantes, pero la verdad es que no sabría que hacer teniendo a esos jodidos críos dando vueltas de un lado a otro. ¡Cinco minutos! ¿¡No los puede dejar solos por 5 minutos!?

— ¡Cuphead!

Volvió a gritar el pobre padre... Digo, el pobre dado, viendo al rojizo gatear por encima de un estante dónde reposaban varios licores y libros. Obviamente con el pasar del niño estos se caían y Dice los atrapaba con lo que podía, haciendo extrañas poses cada que intentaba poner su pie o boca para que no se rompa nada.

¡No su botella de Jack Daniels!

&

— Entonces le dije a ese animal. ¿Eres burro, o qué?

Todos los presentes en el craps rieron. El chiste no dió gracia, pero eran hombres con buen alcohol en su sistema, sin un peso en el bolsillo y apunto de dar la hipoteca de su casa con la esperanza de recuperar todo lo perdido.

— ¡Jajaja! ¿De donde sacas tantas tonterías?

— Seguramente del bolsillo de tu madre.

Los hijos del diablo... ¿Y el dado?Where stories live. Discover now