Capítulo 2

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Capítulo 2

Naruto

Me sorprendió que con toda la confusión que tenía mi cerebro fuera capaz de hacer algo tan normal como cambiarme de ropa, un par de pantalones para trotar y una camiseta gris de algodón. La forma en que la ropa me ajustaba era preocupante, incluso la ropa interior.

Como si supieran que iba a venir.

Como si alguien hubiera abierto mi cajón de ropa interior e investigara mi talla.

Quería vomitar.

En vez de pensar en eso, lo que sin duda conduciría a un arranque de furia que conseguiría que me llenaran el rostro de Strunz y agua helada nuevamente, me concentré en mi celda. Oh, perdón. Mi "cuarto", como el doctor Katasuke me dijo.

Era del tamaño de una habitación de hotel, unos buenos veinte metros cuadrados aproximadamente. El mosaico cubría el piso, sentía frío bajo mis pies descalzos. No tenía idea de dónde estaban mis zapatos. Había una cama doble metida contra la pared, una pequeña mesa a su lado, una cómoda y una televisión montada en la pared a los pies de la cama. En el techo estaban los temibles puntos negros del dolor, pero no había regaderas de agua en la habitación y había una puerta al otro lado de la cama.

Caminé hacia ella, coloqué la punta de los dedos en la perilla y la abrí con cautela, esperando que una red hecha de Strunz cayera sobre mí. No sucedió.

Adentro había un pequeño cuarto de baño con otra puerta al final. Esa sí estaba bloqueada.

Me di la vuelta y regresé al dormitorio.

El viaje a mi celda no fue turístico. Salimos directamente de la habitación que desperté y entramos a un elevador que se abría en un pasillo en línea recta hacia la celda en la que estoy ahora. No tuve siquiera oportunidad de echar un vistazo al pasillo para ver cuántas otras celdas como la mía había.

Apostaba que serían muchas.

Sin saber qué hora era, ya que no sabía si era de noche o de día, me arrastré hasta la cama y jalé la sábana. Me senté y apreté mi espalda contra la pared tirando de mis piernas contra mi pecho. Llevé la manta hasta mi barbilla y me senté frente a la puerta.

Estaba cansado, débil hasta los huesos. Mis ojos se sentían pesados, mi cuerpo dolía por el esfuerzo de mantenerme en pie, pero la idea de conciliar el sueño me ponía paranoico. ¿Y si alguien entraba a la habitación mientras yo dormía? Eso me preocupaba. La puerta estaba bloqueada desde afuera, lo que significaba que podrían entrar a su antojo.

Para evitar quedarme dormido, me concentré en las mil preguntas girando en mi cabeza. El doctor Katasuke hizo esa disparatada declaración de que los Luxen estaban detrás de una guerra que comenzó hace quién sabe cuánto. Incluso si fuera cierto, ¿qué importa ahora? Y no le creo. No cuando esta generación de Luxen son totalmente diferentes a lo que sus ancestros tenían planeado. Honestamente, ni siquiera entiendo por qué sacó el tema. ¿Para demostrar lo poco que yo conocía? ¿O hay algo más? ¿Y qué hay con Deidara? ¿En serio era peligroso?

Sacudí la cabeza. Incluso si los Luxen comenzaron una guerra, cientos, si no miles de años atrás, eso no quiere decir que sean malos. Y si Deidara era peligroso es porque probablemente algo le hicieron. No iba a dejar que me manipularan con sus mentiras, pero tenía que admitirlo, dijeron algo que me desconcertó.

Mi cerebro reflexionó sobre más preguntas. ¿Cuánto tiempo tienen planeado tenerme aquí? ¿Qué pasará con la escuela? ¿Mamá? Pensé en Sakura. ¿La trajeron a un lugar como este? Aún no tenía idea de cómo terminó mutando, o por qué.

OrígenesWhere stories live. Discover now