Capitulo 10

184 40 38
                                    

Sigo sin tener mucho conocimiento de la zona, así que respiro profundo y me armo de valor para cruzar por el estrecho y mal iluminado callejón. Maldita sea, que frio hace y para colmo comienza a llover con mucha fuerza. Al final del callejón, consigo dislumbrar una silueta que desaparece en la penumbra. Todo mi cuerpo se pone alerta y freno en seco, juraría que es la silueta de un hombre, rápidamente comienza a acercarse en mi dirección. En cuestión de segundos estaremos frente a frente, el callejón es tan estrecho que si me acorralara contra la pared no podría escapar. Podría intentar gritar si llegara a suceder, pero me temo que con esta lluvia nadie me oiría. ¡Tengo que dejar de montarme películas en mi cabeza! ¡Lo más seguro es que sea una persona que vuelve a casa como yo! Rápidamente cruzo los brazos contra mi pecho, bajo la mirada y consigo pasar por su lado con paso ligero.

Cuando llego a la residencia estoy completamente empapada, por suerte no parece haber nadie en los pasillos que pueda burlarse de mi patético aspecto, lo mejor será que me dé una ducha caliente y me ponga a repasar el temario para las siguientes clases. Al entrar en la habitación no veo a Brooklyn por ningún parte, me pregunto dónde estará a estas horas de la noche, cojo mis cojas y me apresuro a ir a las duchas para asearme y ponerme una ropa que este seca, cuando vuelvo a la habitación veo que Brooklyn esta tumbada en su cama escuchando música con los cascos, tiene los ojos cerrados, pensaría que está dormida de no ser por su melodioso tarareo, tiene el volumen tan alto que puedo percibir de que canción se trata. Cojo los libros de este año  los esparzo por mi mesa y me pongo a repasarlos uno por uno, después de diez minutos tengo la sensación de que simplemente releo lo mismo una y otra vez.

Brooklyn finalmente se gira en la cama y me mira a los ojos.

—Hola, No te habia oido entrar ¿Que estas estudiando? —me preguntó Brooklyn.

—Estoy intentado entender la teoría del Arte antiguo, pero no consigo que se me quede nada. Simplemente parece que no me entra en la cabeza.

Fruncí el ceño.

Brooklyn de un brinco se levantó de su cama.

—Vamos.

—¿Qué?

—Te ayudaré a estudiar.

Cogió mi libro y me interrogó implacablemente sobre lo que había leído los últimos minutos y después me aclaró unas cuantas cosas que no entendía. Tal y como ella se explicaba, los conceptos pasan de ser confusos a obvios en cuestión de segundos. Para ella no parece ser un tema complicado a pesar de que no es su especialidad, puede que tenga un don para la enseñanza y para ser sincera me gusta escuchar sus explicaciones.

—Oye..., Gracias por echarme una mano —dije, sonriéndole.

—Oh, no te preocupes, me encanta ser de ayuda —aseguro ella, haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia.

—Me refiero a lo de la cafetería, seguramente sin tu ayuda no habría conseguido el trabajo —dije, encogiéndome de hombros tímidamente mientras sonrió—. Pero la sesión de estudio por supuesto que también te lo agradezco —me apresuro a responder.

Parece sorprendida, y sus ojos encuentran los míos rápidamente.

—¿De verdad conseguiste el puesto? —pregunta, casi como si no me creyera, y asiento—. ¡Eso es genial! Menos mal que también hemos contado con la ayuda de ese chico tan mono de la cafetería.

—Es verdad que sin vosotros habría sido muy difícil —respondo sencillamente, y su sonrisa se intensifica.

—Lo que cuenta es que lo hayas conseguido. En cualquier caso, ¡Enhorabuena!

—Gracias.

—Tú y yo hacemos un gran equipo. Deberíamos hacer este tipo de cosas más a menudo.

Chocamos nuestras manos y nos damos un rápido abrazo, alegres de que nuestro teatrillo en la cafetería haya surtido efecto.

—Por fin este inicio de curso tiene algo positivo —digo, y sonrio mientras aplaudo de alegría.

—Y esto solamente acaba de comenzar —dice Brooklyn con sinceridad.

—¿Qué te parece si lo celebramos el sabado de la semana que viene?

—¿Dónde? —le pregunto.

—Podríamos ir a la casa de la fraternidad de unos amigos —propone, y sonrío mientras asiento.

Incapaz de ocultar su emoción, suelta un alarido de alegría. Mientras me ayuda a recoger todos mis apuntes y libros, habla con gran alegría de que conjuntos podríamos ponernos y que amigos deberían acompañarnos, al terminar sacamos nuestros pijamas y nos cambiamos, al parecer ella no tiene ningún problema en hacerlo delante mía y para mí tampoco es un problema, cada una se tumba en su cama y continuamos hablando durante un par de minutos hasta que Brooklyn se queda dormida.
Cada vez que lo pienso me doy cuenta de que ya llevo pasando varias noches en una habitacion desconocida, que no es la de mi hogar, pero creo que me acostumbrare pronto. Me apetece leer un rato uno de mis libros favoritos, pero mis ojos me pesan tanto que acabo cayendo en un sueño profundo a los pocos minutos antes de haber podido decidir qué libro me apetecía mas.

LA MARIPOSA AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora