Capitulo 51

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Después de un momento de caos, sale un médico. Todo el grupo, Ashley y yo nos ponemos de pie expectantes.

—Lo siento —empieza a decir.

Yo noto que el estómago me da un vuelco.

—La herida en la cabeza de Jace era más grave de lo que pensamos. Ha sufrido un edema cerebral muy importante, es normal que se produzca varias horas después de una agresión de tal calibre.

—¿Está bien? —susurro, aunque sé la respuesta.

El medico niega con la cabeza.

—Lo siento. Lo hemos intentado todo. Pero no ha podido ser.

Todos se abrazan y lloran. Yo salgo corriendo de la sala de espera en dirección a la salida. Otra vez.

—¡Riley! —me llama Brooklyn.

—¡No está muerto. No está muerto! —repito una y otra vez.

Brooklyn me agarra por la muñeca y hace que deje de caminar. Me vuelvo para mirarla a la cara, las lágrimas me corren por las mejillas.

—¡NO está muerto! —grito, soltándome de su mano.

Respiro con rapidez, y noto una presión el pecho. Creo que me voy a desmayar.

—Riley, ya has oído lo que ha dicho el médico. Lo siento.

Otra vez lo mismo.

Yo sacudo la cabeza una y otra vez. Brooklyn me atrae hacia ella, y yo no puedo dejar de llorar.

—¿Quieres verle? —me pregunta.

—No, a menos que esté vivo —digo, con un tono más duro de lo que debería.

Intenta consolarme, pero no funciona.

—Está muerto, por mi culpa...

Yo doy media vuelta y continúo caminando hacia la salida.

Ella me sigue por el pasillo, llamándome en voz alta. Extiende la mano para tocarme, pero yo la aparto de un empujón.

—¡Riley!

—¡Déjame sola! —le grito.

—¡Riley! —la cara de Brooklyn es lo primero que veo cuando abro los ojos.

¿Pero que...?

Jace estaba... y yo estaba...

—Menuda pesadilla estabas teniendo, chica —Brooklyn me mira y sacude la cabeza—. ¿Te encuentras bien? Estás sudando mucho.

Parpadeo unas cuantas veces y me paso las manos por el pelo.

—Sí, no te preocupes. Gracias por haberme traído. ¿Estas segura de que no quieres subir a verles? —pregunto, y abro la puerta del acompañante.

—Llevo viniendo aquí todas las mañanas desde hace siete días, estoy segura —se ríe con tristeza—. Llámame cuando hayas terminado. Volveré para recogerte.

—No te preocupes. Volveré a la residencia dando un paseo.

Antes de que tenga la oportunidad de protestar, salgo del coche y me acerco a la puerta principal del hospital. Mi nerviosismo y mi ansiedad van en aumento.

Ha pasado una semana desde la última vez que vi a los chicos. Tengo la sensación de que aquella gran noche en la feria fue hace siglos. Entro a la sala de espera y una enfermera bastante joven se me acerca. Cruzo los dedos para que me dejen ver a Dean, ya hace 5 minutos que el horario de visita termino. ¡Jodido tráfico de mierda!

LA MARIPOSA AZULOnde histórias criam vida. Descubra agora