Capitulo 20

166 35 48
                                    

El viento vuelve a soplar, y el campus parece un lugar mejor, menos solitario, ahora que sé que él está aquí conmigo.

—Me has dado un susto de muerte otra vez, esto ya se está convirtiendo en una mala costumbre. ¿Se puede saber qué haces aquí? Y, ¿Por qué no me has contestado a los mensajes que te he estado enviando? —pregunto.

El corazón se me va a salir del pecho, me late tan fuerte que estoy segura de que puede oírlo.

—Sí, perdona. He estado ocupado trabajando —balbucea, y a la vez que mira la pantalla de su móvil.

Lo bloquea, se lo guarda en el bolsillo. Me intriga saber en qué ha estado tan ocupado. Quiero hacerle un millón de preguntas, pero la verdad es que ahora que está aquí conmigo no quiero agobiarle.

Jace me pilla de sorpresa cuando me coge del codo con la mano, me da la vuelta y puedo sentir como se acerca lentamente a mi espalda, me baja poco a poco la chaqueta y me da un beso en la nuca.

—Bueno tu tampoco me has contestado a los de esta noche. He visto que estabas ocupada con tu profesor, y no quería interrumpiros. ¿No te habrá castigado, verdad? ¿No habrás sido una niña mala? —me susurra al oído—. No sabes cuánto te he echado de menos, Taylor. Sus dedos trazan lentamente círculos en la piel desnuda de mi cuello. Es como si estuviera ya borracha, la cabeza me da vueltas.

Curiosamente, estoy más sorprendida por lo guapo que está que por el hecho de que me haya llamado Taylor en lugar de Riley. Después de todo, solo había otra persona a excepción de él que tenía derecho a llamarme así. Estoy a punto de contestarle, pero entonces su móvil comienza a sonar, interrumpiéndonos por completo.

—¡Joder! —Se mete la mano en el bolsillo del pantalón y lo saca del pantalón—. Discúlpame un segundo —dice entonces en voz baja.

Se aleja un par de pasos y se pone a teclear frenéticamente en la pantalla iluminada. Me quedo observando su espalda durante algunos minutos, preguntándome por qué esta tan mosqueado.

Su expresión de enfado desaparece cuando empieza a aproximarse a mí.

—¿Va todo bien? —pregunto.

—Sí —asiente mirando su teléfono de nuevo.

Se pasa la mano por el pelo y yo lo agarro de la muñeca.

—¿Estás seguro? —No quiero ser pesada, pero parece estar disgustado.

—Sí, No es nada de lo que debas preocuparte. —Me abraza y me da un dulce beso en la cabeza—. Bueno, ¿Vas a decirme dónde es la fiesta?

La verdad es que no tengo ni idea, cojo mi móvil para intentar llamar a Brooklyn, pero está apagado; a debió de acabarse la batería cuando estaba con el Sr. Jonnas. Jace me da el suyo y lo acepto sin rechistar, por suerte recuerdo el número de Brooklyn de memoria. Ella responde al segundo tono y me da la dirección de la casa. Me pregunta sobre de donde he sacado este número, pero la verdad es que no quiero hablarle sobre que es el teléfono de Jace. Viendo lo que paso hace unos días me quedo claro que no tienen una "estrecha" relación. Cuando cuelgo siento la tentación de mirarle los mensajes y ver por qué esta tan tenso, pero me recuerdo a mí misma que eso está mal. Seria violar su intimidad y no me gustaría que el hiciera eso conmigo. Se lo entrego y tras 15 minutos andando, oímos como según nos vamos acercando a la casa el volumen de la música va en aumento.

Al llegar a la puerta de entrada de la fraternidad un fuerte barullo y el denso olor a marihuana nos dan la bienvenida, puedo ver como Jace se pone tenso de nuevo a mi lado, empieza a mirar hacia todos lados, parece como si estuviera buscando algo o a alguien, ni siquiera creo que sea consciente de que me está apretando con demasiada fuerza la mano. Desde aquí puedo ver a un par de jóvenes en nada más que en bóxer jugando a Birra pong en el jardín delantero de la casa.

LA MARIPOSA AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora