Capitulo 19

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Me dedica una pequeña sonrisa, coge lo que tenía en las manos y lo vuelve a colocar sobre el mostrador. El dependiente termina por soltar el teléfono y se pone a escanear los artículos.

—Son 45$

Le doy rápidamente el dinero al Sr. Jonnas. Termina por pagar, se despide del dependiente. Coge las bolsas con las botellas y nos dirigimos a la salida. En la calle me da las bolsas y yo le sonrió en agradecimiento de que me haya salvado de esa situación tan incómoda.

—Espero que nadie me haya visto dándole alcohol a una de mis estudiantes, podría malinterpretarse —Sus ojos verdes brillan con humor.

—Muchas gracias. No sé qué le ha pasado, en dos segundos la situación ha dado un giro de 180°.

—No te preocupes, es muy nervioso, se le conoce bastante por la zona de aquí. De todas formas, deberías llevar siempre tu documento de identidad.

—Sí, ese es el caso... Se me ha debido de caer —digo casi de manera tímida.

—No te sirve solamente para comprar alcohol, sino también en caso de que haya algún problema. Si te pasara algo, es mejor que lo tengas. Sobre todo tu, que vuelves bastante tarde por la noche —me aconseja.

Un momento... ¿Cómo sabe el a qué hora vuelvo al campus? ¿Me ha estado vigilando?

—Nos cruzamos hace un par de noches en el callejón, parecías bastante nerviosa, cuando me acerque para ver si estabas bien, te fuiste prácticamente corriendo en otra dirección... —dice, mirándome a los ojos.

Recuerdo ese día, ¡Dios! Tuve que hacer el ridículo delante suyo expresamente... Para mi sorpresa no me mira como si estuviera loca, me ofrece una sonrisa tranquilizadora, otra vez. Una sonrisa genuina. Sincera. Amable y reconfortante. Ahora que lo pienso debió de caerse justo cuando salí esta mañana corriendo detrás de Dean para alcanzarlo antes de que desapareciera entre la multitud, y preguntarle si vendría la fiesta.

Para mi sorpresa resulto ser el compañero de habitación de Elliot, fue más sencillo que aceptara cuando dije que también vendría el, a pesar de que no hablan mucho.

Si, debió de caerse justo allí.

—¡La clase de arte antiguo! —exclamo.

—¿Lo has dejado en el Aula Magna? —me pregunta.

—Me parece...

—A estas horas, las puertas del Aula Magna están cerradas... Sin embargo, tengo las llaves —comenta con tono inocente.

—¿Puedo acompañarle?

Por favor que diga que sí. Se mordisquea el labio inferior y de repente parece "feliz"

—Por supuesto, de todas formas me dirigía allí para trabajar hasta tarde esta noche... Sígueme.

—Muchas gracias.

Mi voz es casi un susurro mientras mi corazón hace piruetas en la caja torácica, creando un dolor sordo en mi pecho mientras el nudo de mi estómago se intensifica. Sus ojos vuelven a mí y no puedo descifrar bien lo que está pensando o lo que está sintiendo. Sin decirnos nada más echamos a andar juntos, prácticamente casi pegados hacia el Aula Magna. Mientras caminábamos he mirado la hora en la pantalla del móvil, ¡las 21:30! Estoy tardando demasiado, pero por suerte no veo ningún mensaje de Brooklyn y Jace sigue sin dar tampoco señales de vida, me pregunto que estará haciendo.
Al llegar, hemos corrido hacia el edificio de Arte y ambos hemos soltado un suspiro de alivio al ver que, por fin, estábamos protegidos del frio. El Sr. Jonnas se pone a buscar las llaves del aula entre sus cosas, cuando abre la puerta me invita a pasar con un gesto de mano.

Subo las escaleras del aula de dos en dos hasta el lugar donde me había sentado poco antes. Nada. No hay ni rastro de mi carne. Alguien ha debido de cogerlo.

—¿Lo has encontrado? —me pregunta, sus ojos arden mientras intenta reprimir una sonrisa. Da un paso hacia mí, y eso hace que se me acelere el pulso y que mi corazón palpite de la misma manera en que siempre lo hace cuando él se acerca demasiado. Todo el aire de mis pulmones sale volando. Apoya sus manos en mi mesa a la vez que se inclina hacia mí.

—No ¡He venido hasta aquí para nada!

Saco el teléfono nuevamente de mi bolsillo, ¡las 21:55! Tengo 2 llamadas perdidas de Brooklyn y 4 mensajes no leídos de Jace.

—También, puede estar en objetos perdidos, podrás pasarte por allí el lunes por la mañana.

—Sí, tiene razón... Gracias de todas formas.

—Dado que no estabas comprando archivadores, ni bolígrafos para repasar mi clase de la semana que viene, me imagino que te están esperando.

El modo en que el Sr. Jonnas pone los ojos en blanco me indica que lo dice totalmente en broma. Sus palabras hacen que sienta un ápice de vergüenza, no es la mejor de las impresiones que tu profesor te pille comprando alcohol por muy mayor de edad que seas, pero su mirada es amable y su voz no contiene el más mínimo tinte de enfado o de reproche.

—Eh, si, es verdad.

—Tranquila, tu secreto está a salvo conmigo. Desearía tener la suerte de asistir a una velada de este tipo para relajarme. ¡Y visto lo que has comprado en la tienda, promete ser memorable —Se ríe, y sus dientes blancos brillan pese a la penumbra de la habitación.

—En cualquier caso, gracias por todo, el carne, en la tienda antes... —Sonrío débilmente y mis ojos se ven atraídos hacia su torso tonificado; los músculos se dejan ver a través de su camisa blanca.

—Antes de que te vayas... Tengo algo para ti. Pensaba dártelo el lunes después de clase, pero... ya que estas aquí...

—¿De verdad? ¿De qué se trata?

Se agacha hacia su mochila y saca un pequeño bote de color negro en spray, no puedo pasar por alto el detalle de que lo rodea un perfecto lacito rojo. ¡Es un spray de pimienta!

—Dada tu reacción del otro día, me di cuenta de que tuvo que pasarte algo para que actuaras de esa manera y no me gustaría que le pasara nada a una de mis estudiantes—explica respirando pesadamente. Observo detenidamente el lazo rojo mientras intento contener la risa. Es un detalle muy adorable.

—Sí, lo sé, puede parecer ridículo, pero para mí ¡cualquier regalo merece un envoltorio —me explica. Me ofrece una sonrisa con indulgencia antes de apoyar sus caderas en la mesa.

—No sé qué decir... Gracias. De verdad. —le contesto amablemente.

Le estoy agradecida por querer protegerme. No es un gesto que tenga cualquiera.

—No es nada. Solo espero que nunca tengas que utilizarlo.

Parece muy serio cuando pronuncia esas palabras. Guardo rápidamente el spray de pimienta en el bolso. Al meterlo la pantalla de mi móvil se ilumina. ¡Son las 22:10! Voy a llegar cuando se haya acabado la fiesta como siga así.

—Venga, vete. No hagas esperar más a tus amigos. Nos vemos, señorita Riley.

—Sí, muchas gracias. Hasta el lunes... señor...

Le lanzo una mirada al Sr. Jonnas antes de franquear la puerta.

Atravieso todo lo rápido que puedo el campus, cuando llego a la puerta de entrada una mano me coge fuertemente del brazo y con la otra me tapa la boca. Abro el bolso rápidamente y cojo el spray de pimienta.

—¿No pensaras usar eso contra mí, verdad? —susurra una voz conocida al oído, a la vez que me acaricia suavemente mis labios con el pulgar.

Me suelto de su agarre, me doy la vuelta y mi corazón retumba todavía con fuerza mientras observo cómo se coloca un mechón de pelo rubio detrás de la oreja.

LA MARIPOSA AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora