W U N D E R. . .

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:::::::::::::::::::::: CHRISTOPH SCHNEIDER ::::::::::::::::::::::

Habían pasado algunos minutos desde que me había quedado en casa tirado en el suelo sin poder hacer ningún movimiento. Cada vez que trataba de mover alguna articulación sentía morir. Escuché voces que se aparecieron en mi casa y casi no podía ver de lo hinchados que estaban mis ojos. 

—Aleksandra, Aleksandra... 

—Por favor, señor, no hable. Se encuentra usted muy débil.

—Tienen... Tienen que ayudarla... Él se la llevó, Till. Till Lindemann, por favor. 

Y me desvanecí sin más. Con el sonido de las máquinas y los murmullos de los doctores que iban de aquí para allá, supuse que no estaba en casa. 

Estaba totalmente destruido, física y mentalmente. Los gritos de aquél hombre y el recuerdo del rostro de mi amada bañado en lágrimas me siguió atormentando los días que estuve  en el hospital. Cuando salí traté de hablar con doctores sobre lo que había pasado, con la policía inclusive, ¡Con todo el mundo! Pero nadie me escuchó jamás. 

—Señor Schneider, lo que le sucedió fue un robo que salió mal. Lo mismo pasó en la casa de al lado. 

—Entonces, ¿Saben de los culpables?

—No por ahora, le informaremos cuando tengamos algo.

Durante meses estuve buscando a Aleksandra; busqué en todos lados e hice de todo. Christian me ayudó en todo momento desde que me encontró moribundo en mi casa, pero todos nuestros intentos fueron en vano.

Contactamos a una amiga de Aleksandra, Andy, y a su novio Richard pero ellos tenían la misma información que nosotros: nada.

—Es como si se la hubiese tragado la tierra...

—Cálmate, Doom, la encontraremos. —me decía Christian.

Yo sabía que no sería así, todo lo que ella me había contado me hacía pensar eso. 

Traté de seguir con mi vida como pude. Me divorcié de Yvanka, seguí escribiendo y seguí buscando, pero lo último fue un total fracaso. No podía vivir con el hecho de que el amor de mi vida estaba en manos de semejante hombre y que había sido raptada frente a mi.

Estaba a punto de darme por vencido, había comenzado a beber más, alucinaba con ella... Se me figuraba verla a través de la ventana de la cocina como siempre. Soñaba con ella; con su raptor, me había aislado de todo y de todos, hasta que recibí una visita que cambaría mi presente.

Era un día como cualquier otro, me encontraba hablando con mi agente de ventas sobre mi nuevo libro cuando llamaron a la puerta. Colgué el teléfono y fui a abrir.

Ante mi se encontraba una mujer que jamás había visto. Era alta, delgada y de ojos verdes; llevaba un bastón y tenía algunas cicatrices en el rostro.

—Buen día, señor — dijo mirándome directamente a los ojos.

—Qué tal... — respondí extrañado —¿Quién es usted y en qué puedo ayudarle?

—Mi nombre es Sophia Thomalla, y si me permite entrar, podría darle información valiosa sobre una tal Aleksandra Schultz. Sé que usted la conoce.

Aquello me dejó pasmado y sin decir una palabra más, la invité a pasar. 

—Qué bonita casa... — dijo mirando hasta en los rincones más recónditos. 

—¿Cómo sabes de ella y que la conozco? — fue lo primero que pregunté.

—Vaya que quieres ir al grano... Pues bien, te diré si me sirves una copa de vino.

Me apresuré a cumplir sus órdenes y lo que me dijo después me dejó doblemente impactado. Me contó que tenía una tía llamada Eloísa quien trabajaba como mucama en la casa de un "matón" y que cuidaba a una joven mujer con las características de Aleksandra. 

Dijo que la joven mujer era vigilada por Eloísa y que esta, por ser su única compañía, le había contado todo acerca de su pasado antes de volver a casa del matón... Till Lindemann. 

—¿Así es como diste conmigo? — interrumpí el relato.

—Sí, tu mujer le contó todo a mi tía. Así supe quién eras y cómo encontrarte.

—¿Y por qué...? ¿Por qué haces esto?

—Verás... — respondió adoptando un tono de seriedad que me sorprendió. —Él... Él fue mi pareja. ¿Ves este bastón y las cicatrices? Bien, pues él es el responsable. Ese hombre intentó matarme, me hizo mucho daño y en cuanto supe que tenía a otra chia bajo sus garras, temí. No quisiera que le hiciera lo mismo a alguien más. 

Cuando terminó de contarme todo la impotencia se apoderó de mi. Estaba desesperado, comencé a temblar, pero aún no terminaba esta pesadilla sin fin. 

—Hay algo más, señor...

—Por favor, sólo dímelo todo. ¡Dímelo ahora, Sophia!

—Tu mujer... Está embarazada. 

Agradecimientos especiales a Salma, este fanfic es patrocinado por Salma y Till Lindemann (?). Los amito mucho. Esto ya se llega a sus capítulos finales. 

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⏰ Last updated: Apr 10, 2019 ⏰

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