♬ Capítulo Cinco ♬

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—¿Algo muy importante...?— Preguntó el azabache algo confundido, ladeando la cabeza.

—Así es, Yuu-Chan.— Afirmó el de ojos zafiro.

—¿Es algo... Grave?— Preguntó preocupado.

—No, tranquilo no es nada grave.

—Entonces... ¿Qué es?

—Es más bien sobre.... Mis sentimientos.

— Oh. Tus sentimientos...

El de ojos esmeralda sintió un horrible nudo en la garganta al oír aquellas palabras, que fueron como flechas disparadas directamente hacia su corazón.

Su vista se volvió nublosa, y sus mejillas pasaron a ser de un leve color carmín. Contuvo las lágrimas, no quería llorar. Y menos en frente de Mika. Pero fue inevitable. Ya las lágrimas se resbalaban por su rostro, hasta caer en el césped, el cual estaba bastante húmedo gracias al rocío de esa fría noche.

El rubio lo miró sin saber que hacer. Lo ponía incómodo cuando las personas lloraban frente a él, ya que no sabía cómo manejar exactamente aquellos sentimientos de tristeza y dolor en él mismo, y mucho menos en otras personas. Él siempre se veía obligado a intervenir o solucionar el “problema”.

Por otra parte, también le veía el lado positivo a la situación: Yuu estaba llorando frente a él, y aunque no era lo más bonito del mundo, implicaba que tenía cierta confianza con él.

Lo vio sentado, allí en aquella banca, sollozando, intentando limpiar con la manga de su chaqueta los mares de lágrimas que salían por sus hermosos ojos.

Pero luego, una pregunta apareció en su mente: ¿Por qué estaba llorando? Se supone que él iba a hablarle de algo importante, y se largó a llorar, de la nada.

No le gustaba ver así al azabache. Tan triste, tan apagado. Sin ese brillo en sus ojos que te dan una especie de alegría, tranquilidad, paz. Cuando ese brillo se perdía, veías todos los sentimientos contrarios reflejados en ellos. Aquel verde esmeralda, tan vivo, se apagaba y lo único que quedaba era un oscuro gris.

Quería hacer algo. Debía hacer algo. Necesitaba consolar y ayudar a su Yuu, aunque no supiera exactamente el motivo de su tristeza. Pero no sabía qué hacer. ¿Lo abrazaba? ¿Le daba palmaditas en la espalda? ¿Le decía algo? ¿O...

Posó una de sus manos sobre la nuca contraria, atrayéndolo más hacia él, uniendo sus labios en un profundo beso. Un beso profundo que hace latir sus corazones, que altera todos sus sentidos. Un beso de sueños, puros, serenos. Un roce de aromas, un choque de miradas, un stop sin coma, un segundo que no acaba.

Se separaron lentamente, mientras un diminuto hilo de saliva aún los mantenía unidos.

El azabache se sonrojó violentamente, y desvío lo más rápido posible la mirada, y llevó su mano a su rostro para ocultarlo. Su corazón empezó a latir con una gran velocidad, y se puso muy nervioso.

No entendía lo que acababa de ocurrir hace apenas unos pocos segundos, y eso hizo que se confunda mucho. ¿Todo era un simple juego para él? Era lo que pensaba en ese momento. No comprendía nada, y lo único que quería era irse rápido de allí, llegar a su casa y tirarse en su cama a llorar.

Pero antes de que pudiera hacerlo, el de ojos zafiro lo tomó de la muñeca, deteniendolo e impidiendo que se vaya a otra parte.

—M-Mika p-por favor...— Susurró Yuu, con pequeños sollozos escapando de su garganta.

—Yuu-Chan... ¿Qué sucede? ¿Por qué...?— Mika era el que menos entendía lo que estaba sucediendo, y quería una explicación.

—Eres diferente de lo que pensaba que serías...— Murmuró el de ojos esmeralda, con lágrimas nuevamente, saliendo corriendo por el sendero de rosas.

El Pianista | Mikayuu Where stories live. Discover now