Giselle Hale tiene tres grandes problemas: primero, ser la chica nueva en Beacon Hills es más complicado de lo que pensó. Segundo, alguien está haciendo sacrificios humanos. Tercero, no puede evitar sonrojarse y que su corazón lata frenéticamente ca...
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Era la primera vez en su vida que Giselle estaba emocionada por un lunes. Ojeándose una vez más en el espejo y ajustándose la camiseta a cuadros a la cintura, cerró la puerta de su cuarto y fue hasta la cocina.
—Luces feliz —dijo Derek inmediatamente al verla, entrecerrando los ojos—. ¿Por qué luces feliz?
—Bueno, tengo a mi hermana de vuelta —balbuceó Giselle—. ¿No es esa suficiente razón para estar feliz? Quiero decir, creímos que Cora había muerto pero no fue así. ¿Yay?
—Tienes maquillaje puesto —observó Cora, ladeando la cabeza—. Labial rosa.
—¿Desde cuándo el maquillaje está prohibido? —Bufó Giselle, nerviosamente tomando una manzana de la mesa—. Ey, ¿cuál es el plan?
—¿Plan para qué? —preguntó Derek, pretendiendo no entenderla. Giselle lo miró mal.
—El plan para patearle el trasero a los Alfas que secuestraron a Cora.
—No vas a involucrarte —negó Cora fervientemente.
—¿Qué? Vamos. Puedo hacer cosas —insistió Giselle—. Sí, no tengo garras pero con mi magia...
—¿Por qué tenías que mandarla con las amigas brujas de mamá? —suspiró Cora, mirando a Derek en busca de una respuesta.
—¡No sabía que eran brujas! —se defendió Derek.
—¿Así que va a ser como cuando éramos niños? —exclamó Giselle, sin molestarse en ocultar la herida en su voz—. ¿Van a excluirme?
—Es por tu propio bien —insistió su hermano. Giselle miró a Cora en busca de apoyo, pero Cora asintió, respaldando a Derek.
—Está bien —suspiró Giselle, agachando la mirada. De pronto, tuvo una idea—. Ey, Cora. Estaba pensando que podríamos hacer algo en la semana. Tal vez ir al cine o...
—Bien —gruñó Giselle, tomando sus cosas y poniéndose de pie—. Me voy a la escuela.
—No llegues tarde —añadió Derek.
—No prometo nada —fue la respuesta de Giselle, marchándose sin volver a mirarlos.
🌈🌈🌈
—Muy bien, alguien está de mal humor —canturreó Allison, manejando hacia un desierto centro comercial para que Giselle pudiera practicar en el estacionamiento.
—¿Qué?
—Vamos, Giselle. Puede que no te conozca tanto, pero estás inusualmente callada. ¿Qué pasa?
