Giselle Hale tiene tres grandes problemas: primero, ser la chica nueva en Beacon Hills es más complicado de lo que pensó. Segundo, alguien está haciendo sacrificios humanos. Tercero, no puede evitar sonrojarse y que su corazón lata frenéticamente ca...
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ERA INCÓMODO. Y Giselle podía enumerar el sin fin de razones de por qué lo era. Después de todo, no hace más de media hora había estado besando a su ex novia, y quién sabe hasta dónde hubieran llegado si no hubieran sido interrumpidas.
Al menos no era la única. De reojo, podía ver a Allison tan tensa como ella, como si respirar demasiado fuerte o moverse demasiado rápido pudiera delatarlas.
Scott, a su lado, parecía no tener ni idea de lo que estaba sucediendo, actuando con normalidad.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Allison, demasiado brusca, aclarándose la garganta al darse cuenta de su error. Scott ladeó la cabeza, como un cachorrito confundido.
—Uh, tú me llamaste —balbuceó Scott.
—¿Lo hice? —jadeó Allison, tomada por sorpresa.
—¿Lo hiciste? —preguntó Giselle quedamente, frunciendo el ceño.
—Bueno, dijiste que creías haber encontrado algo, así que vine en cuanto pude —respondió Scott.
—No me habías dicho que habías encontrado algo raro —murmuró Giselle, volteando a ver a Allison, sin poder evitar sentirse traicionada.
—Pudiste haberme mandado un mensaje de texto —intentó decir Allison, evitando la mirada de Giselle. Scott sonrió.
—Allison, sabes que dejaría todo por ti si me necesitas.
Cada vez más, Giselle sentía que el aire faltaba en la habitación. Alguien sobraba ahí, y era ella.
—Creo que debo de irme —farfulló, apenas entendiblemente.
—Quédate —pidió Allison en voz baja—. También quiero que tú lo veas.
Giselle tenía mil preguntas acumulándose en sus labios. ¿Por qué le había dicho primero a Scott que a ella? ¿Siquiera le hubiera dicho si Scott no hubiera llegado? ¿Acaso no confiaba en ella? ¿O simplemente no la consideraba lo suficientemente importante? Y muy dentro de Giselle, un miedo comenzaba a crecer.
Nunca iba a poder llenar el espacio de Scott McCall en el corazón de Allison.
🌈🌈🌈
Allison los llevó a la oficina de su padre. Giselle no pudo evitar observar con ojos curiosos la habitación. Apenas la había visto en una ocasión, pues era un refugio resguardado por el padre de Allison, y pasaba la mayoría del tiempo dentro.
Podía parecer una oficina normal, pero en el escritorio estaba extendido un mapa de Beacon Hills.
—¿Ven ese mapa? —Señaló Allison—. La última vez aquí, mi papá lo tapó con un libro. Fue rara lo forma en que lo hizo. Como si intentara cubrirlo.
