Giselle Hale tiene tres grandes problemas: primero, ser la chica nueva en Beacon Hills es más complicado de lo que pensó. Segundo, alguien está haciendo sacrificios humanos. Tercero, no puede evitar sonrojarse y que su corazón lata frenéticamente ca...
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GISELLE LE dio un trago a su bebida, haciendo una mueca cuando sintió la dulzura del jugo tratando de enmascarar el sabor del alcohol en su lengua. Miró incómoda a su alrededor. No encajaba ahí. El lugar estaba repleto, lleno de adolescentes bailando, o más bien refregándose sus cuerpos. Otros, aislados, tomaban y reían. Ella estaba completamente tensa.
—Lydia no me responde —suspiró Allison. Giselle apenas la escuchó, demasiado distraída con el bajo de la canción retumbando en sus oídos. Al notarlo, Allison la miró mal—. Vamos, Gi. ¡Diviértete!
—Me estoy divirtiendo —mintió Giselle—. Esto es... interesante.
—Interesante —bufó, poniendo los ojos en blanco—. Giselle, ¡es una fiesta! ¿Has ido a fiestas antes, no?
—Claro que he ido a fiestas antes —se defendió Giselle. Allison la miró, enarcando una ceja—. Bien, solo a una. Y la cumpleañera terminó muerta, así que...
—Tienes que hacer todo lo que se hace en una fiesta. ¿Qué tal juegos de fiesta?
Giselle titubeó.
—Bien, juegos de fiesta —asintió—. ¿Qué juegos?
Allison la miró, divertida.
—La primera que se acabe su trago gana. La perdedora debe tomar un shot.
—Allison, eso no suena...
—Uno...
—Ally...
—Dos...
—A la mierda.
—¡Sí! ¡Tres!
Los juegos de Allison no eran divertidos precisamente, pues consistían en ver quién podía tomar más y Giselle siempre perdía. Luego, Allison en solidaridad, también tomaba un shot.
Después de un tiempo y de un juego de atinarle a vasos desechables rojos con una pelota de ping pong, las cosas comenzaron realmente a dar vueltas. Se sentía como si fuera a salir flotando en cualquier momento. Sin embargo, la mano de Allison aún estaba entrelazada con la suya, sujetándola a la tierra. Se preguntó en qué momento habían terminado así, o quién había agarrado la mano primero.
—Okay, creo que estás lo suficientemente borracha para bailar —declaró Allison al oído de Giselle, provocándole cosquillas.
—Voy a caerme —Giselle pensó que lo había dicho en voz baja, pero casi lo gritó. Afortunadamente, su voz fue ahogada por los amplificadores de la música y solo hizo reír a Allison.
—Todos están así. No te preocupes, yo estaré ahí para atraparte.
—¿Y si mejor vamos afuera? —suplicó Giselle. No quería caerse en frente de todos. Allison suavizó la mirada, y asintió, detectando la inseguridad en su voz.
