IX
Fullmoon
— ¿Y bien? — preguntó el Príncipe, esperanzado — ¿Te gustan?
YoonGi todavía no sabía muy bien cómo reaccionar, y probablemente el motivo estaba en el hecho de tener a NamJoon en sus aposentos privados, como si no hubiese nada indebido en que un alfa y un omega se encontrasen a solas cuando ni siquiera estaban unidos.
No era que YoonGi no confiase en su autocontrol, nunca le pondría una mano encima a un omega sin su consentimiento, pero el hecho de que NamJoon no tuviera ningún reparo en repetir, una y otra vez, aquellos encuentros privados lo dejaba nervioso y preocupado. ¿Y si NamJoon no lo veía como un potencial compañero? ¿Y si el motivo por el que no temía sus avances era porque no lo consideraba un peligro, porque no lo veía atractivo, porque no era lo suficientemente alfa?
— Claro... — respondió YoonGi, a media voz, sintiendo su garganta seca y cerrada — Me encantan...
NamJoon sonrió tímidamente, haciendo que dos pequeños hoyuelos se formaran en cada una de sus mejillas. Sin embargo, aquella sonrisa, en lugar de reconfortar a YoonGi, tan sólo provoco que YoonGi desease cerrar la distancia que había entre ellos y abrazarlo, consolarlo.
Hacía días que notaba a NamJoon decaído.
No era que durante la última semana hubiera tenido mucho tiempo para verlo. NamJoon estaba demasiado ocupado con los preparativos de eso que llamaban fiesta de la Luna Llena y el Príncipe Omega siempre estaba atareado y muy cansado para detenerse más que unos minutos para saludar a YoonGi.
Sin embargo, no era sólo cansancio lo que YoonGi veía en sus ojeras disimuladas con maquillaje, o en la curva delicada de sus hombros caídos.
Los preciosos ojos azul de invierno de NamJoon estaban tristes y vacíos.
El Príncipe no había dejado de lado su actitud cercana, sus delicadas palabras y su cálida sonrisa, pero YoonGi podía ver la melancolía en sus ojos claros, que no eran capaces de mentir.
Con confianza, NamJoon se sentó a los pies de su cama, y YoonGi no supo qué hacer, más que apartar la mirada y tratar de tragar por el conducto áspero y seco en el que se había convertido su garganta.
NamJoon se había presentado en sus aposentos después del anochecer, trayendo a varios sirvientes consigo, que había dejado varias prendas de ropa alrededor de la habitación, dejándolas a disposición de YoonGi para que las observara, desapareciendo en silencio minutos después, dejando a YoonGi incómodo y avergonzado en compañía de su prometido.
Llevaba ya casi dos semanas en el palacio, pero YoonGi no se acostumbraba a estar a solas con NamJoon. Para el omega parecía de lo más natural, pero para YoonGi era como tener su dulce favorito al alcance y no poder llevárselo a la boca. El olor de NamJoon concentrado en las paredes de su habitación era sobrecogedor y YoonGi no podía parar de pensar en el momento en el que NamJoon se marchase para tumbarse sobre el lugar exacto en el que el omega había estado sentado para impregnar su olor en el tejido de la colcha y averiguar cómo se sentirían sus aromas entremezclados.
— Me alegro — comentó NamJoon, acariciando con sus dedos la manga de satén de una camisa que reposaba justo a su lado en el colchón — Me sentía mal viéndote usar las mismas dos camisas durante todo este tiempo. Quería que te sintieras lo más cómodo posible durante tu estancia en Nakwon.
NamJoon había llamado a su puerta aquella noche, emocionado por los presentes que traía para YoonGi: toda la ropa que había ordenado hacer para él, al estilo norteño, pero con tejidos preparados para soportar las altas temperaturas del Sur.
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My moon and stars | BTS OT7 |
FanfictionLo más importante para un norteño es el honor, y si para mantener su honor YoonGi debía abandonar las frías montañas del Norte y casarse con el Príncipe NamJoon, el Hijo de la Luna, el futuro Rey Omega del Reino del Sur, YoonGi lo haría sin dudar...