34.- Guitarras y óleos

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NATALIA

Me desperté a las 10.00, Alba trabajaba de mañana, y yo entraba en el turno de tarde. Supongo que nos veremos en el relevo, este mes pasado no nos hemos cruzado porque la estuve evitando a toda costa.

Que diferente se siente cuando te despiertas ilusionada y feliz; el último mes fue todo lo contrario a lo que me esperaba que sería cuando decidí pedir Cádiz.

Pero vamos, que tampoco me podía sorprender porque nuestros meses de academia fueron un caos, exactamente igual al caos que formamos juntas, pero menor que el que formamos separadas.

La noche pasada fue alucinante ,jamás me había compenetrado tan bien en la cama con nadie, nunca me hubiera imaginado que sería con una mujer. Sentía una conexión tan especial que no era capaz de pensar en nada más que nosotras. Me perturbaba, pero había decidido dejarme llevar sin miedo a nada.
Se fue a dormir a su cama, me dijo que quería ir despacio y me pareció bien, no quiero forzar las cosas entre nosotras.

-Domir con alguien toda la noche es algo... no se, muy íntimo, nunca he dormido una noche completa con nadie, es mejor no acelerar nada,- me dijo antes de irse.

Le dije que me parecía bien, ya que tampoco quería forzar nada que pudiera agobiarnos, aunque lo cierto es que no quería que saliera de mi cama nunca más.

Me estiré aún en la cama, *venga Natalia, levántate y limpia un poco todo esto*

Cuando me incorporé,vi uno de sus post it rosas en mi mesita:

" Hola bella durmiente, te dejo esta nota además del beso que no has notado, para informarte de que me tienes loca. Anoche me llevaste al cielo. Alba".

Sonreí al instante, tiene una capacidad innata para hacerme sentir especial con solo unas letras.

Me puse mi playlist de cantar a gritos en spotify y me dediqué a limpiar la casa y recoger todo. Preparé la comida para Alba y para mi y cogí la guitarra. Llevaba más de un mes sin tocarla, había perdido las ganas ya que evitaba estar en casa el mayor tiempo posible, pero hoy me moría por acariciar las cuerdas e intentar componer algo. Será la felicidad que me vuelve gilipollas,  porque solo se me ocurren canciones de amor.

Me tiré un buen rato tocando y componiendo, y me salieron algunas letras que me guardaría para mi.

Llegaba la hora de ir al trabajo, así que dejé la guitarra y me metí en la ducha para no entretenerme más de la cuenta. Comí deprisa ,cogí un post it verde del taco y lo dejé pegado en el espejo de la entrada:

" Hola bebé enanísimo, te dejo la comida en el micro, caliéntala como me calientas a mi solo con mirarme. No te he dejado un beso, pero seguramente te lo haya dado en el vestuario, y estoy segura que tú sí lo habrás notado. Me encantas. Nat"

Salí de casa canturreando deseando ver a ese ser que había cambiado mi vida.

Entré por la puerta y me encontré con Lidia que había llegado con bastante antelación y ya estaba cambiada hablando en el patio con varios compañeros.

- ¡¡Hola Natinat!! Que sonriente te veo, ¿algo que contar? .

- Puede, le contesté guiñándole un ojo.

Vi a Alba que estaba a punto de entrar al vestuario y nos miraba seria, fui caminando hacia ella y se metió en el vestuario antes de que llegase.

- Hola preciosa,- le dije acercándome a ella con un firme propósito.

- Hola Natalia ¿Que tal has dormido?

- Pues muy bien, acabé agotada anoche, -le respondí sonriendo con deseo y empujándola contra su taquilla.- Me ha gustado tu nota...

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