Rumores

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Al día siguiente Irene debía volver a Madrid. Tenía el tren previsto para las 10:00 de la mañana. Llegó a la estación muy justa de tiempo, así que no pudo ni tomarse un café.
Con la resaca que llevo encima- pensó la podemita.

Cuando dieron las 10:00, Irene subió al tren y se sentó del lado de la ventanilla, como siempre. Se acordó de su compañera en el viaje anterior, ya que esta vez viajaba sola y no tenía con quien charlar. Fueron cuatro horas bastante aburridas donde pensó varias veces si debía llamar a Inés, solo para saber como estaba tras la noche anterior. Al final no se atrevió y simplemente continuó el viaje en silencio. A las 14:00 ya estaba en Madrid de nuevo. Pidió un taxi para ir a casa, ya que Pablo acababa de llegar a Madrid también y no podía ir a buscarla. En el trayecto, decidió escribirle a su marido.

"Cariño, ya estoy en Madrid, voy para casa... ¿llevo algo para comer?"

Pocos segundos después le respondió.

"Vale, te espero en casa. No hace falta, preparo algo mientras llegas.
Pd: tenemos que hablar"

A Irene se le quedó mal cuerpo después de leer el mensaje de Pablo. ¿De qué tendrían que hablar? ¿Habría pasado algo? En breves se enteraría, porque ya estaba en la puerta de su casa. Subió las escaleras y abrió la puerta, y allí estaba Pablo esperándola.

-Hola Cariño, te he echado de menos- dijo Irene besando a Pablo.

-Hola, yo también- respondió Pablo devolviendole el beso.

-Oye, me has dejado preocupada con tu mensaje... ¿De que tenemos que hablar?-preguntó curiosa la podemita.

Iglesias sacó un periódico de ese mismo día en el que aparecía una foto de Montero y Arrimadas la noche anterior en Barcelona, con el titular "¿Rumores de pacto?"

Irene no pudo evitar echarse a reír tras leerlo, aunque no sabía si prefería que toda España pensase que iban a pactar, o que eran amigas.

-Joder Ire, ¿no ves la gravedad del asunto? Creen que queremos pactar con la derecha, es inadmisible...- dijo Pablo nervioso.

-Tranquilízate, esa foto no significa nada. No queremos pactar, eso te lo puedo asegurar. Inés y yo no compartimos ideología en absoluto, bien lo sabes- respondió Irene tratando de calmarle.

-Ideología tal vez no, pero algo sí compartís. ¿Qué sois ahora? ¿Mejores amigas? No nos viene bien que nos vean arrimándonos al enemigo, Ire- contestó el de la coleta.

-¿Y si me cae bien que pasa? ¿No puedo quedar a tomar algo con ella solo porque es de Rivera? Ay Pablo, por dios- dijo Montero.

-Bueno, quizá tengas razón, me he pasado, perdona...-respondió Iglesias dándole un beso a Irene- ¿y que tal en Barcelona? No nos hemos visto mucho, culpa de la agenda, ya sabes...

-Pues muy bien, al principio me sentí un poco sola, pero Inés me ayudó a llevarlo mejor. Estuvimos juntas bastante tiempo, es buena gente... una pena que esté del lado de Naranjito- dijo Montero entre risas.

Siguieron conversando durante un largo rato, sin poder evitar que Inés apareciese en la conversación cada dos por tres. Irene estaba contenta, porque de este viaje de trabajo se había llevado una buen amiga. A pesar de ser tan diferentes políticamente, se parecían bastante, y eso las unía más. Pero había un obstáculo: Irene vivía en Madrid, e Inés en Barcelona.

Políticamente IncorrectoWhere stories live. Discover now