Capitulo 2

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Una noche interesante en la biblioteca

Estaba con Ron y Hermione intentando terminar aquel odioso ensayo de pociones para el profesor Snape; se encontraban en la biblioteca, rodeados de libros por todos lados, en una de las mesas más alejadas del epicentro del lugar para no ser molestados innecesariamente. La castaña se encontraba concentrada en su trabajo y Harry intentaba seguir su ejemplo, pero Ron bufaba y se quejaba constantemente, y, por enésima vez, comenzó a insultar a su profesor.

- ¿Qué cree que somos? ¿Máquinas muggles que trabajan sin parar? Maldito grasiento. ¡El que él no tenga una vida no significa que nosotros no la tengamos! - Hermione rodó los ojos al escucharlo.

- Mira, Ronald, quieras o no tenemos que terminar esto para el lunes, o sea, para pasado mañana, así que te sugiero que comiences a trabajar en serio.

- Lo que pasa es que no todos somos tan inteligentes como tú, Hermione. Podrías apiadarte de Harry y de mí. - El de cabellos azabaches lo miró como queriendo decir "no me involucres", pero Ron no le hizo caso y continuó. - Y cuando termines tú el trabajo nos lo prestas. ¿Qué te parece? Después de todo somos tus amigos o... - Hermione al oír esto perdió la paciencia; se puso de pie y apoyó ambas manos sobre la mesa en señal de molestia.

- ¡Basta, Ron! ¡Eres un desvergonzado! No has hecho ningún esfuerzo por avanzar con tu trabajo. En vez de eso has estado quejándote todo el rato, como si fueras el único que quisiera estar disfrutando fuera con los demás en vez de estar aquí, no tienes vergüenza ni moral...

Harry perdió el hilo de lo que decía su amiga en ese instante. Había dicho lo mismo por lo menos tres veces aquella tarde, y ya se estaba cansando de las peleas continuas de sus dos mejores amigos. Le daba la razón a la castaña esa vez, pero concordaba con Ron en una cosa: Snape era un maldito.

Mientras esperaba a que sus amigos finalizaran su enésima discusión, paseaba su mirada por la biblioteca; varias personas se encontraban ese día ahí, a pesar de ser sábado, seguramente terminando deberes como ellos. En una mesa no muy alejada de la suya, vio a los Slytherin de su año. Se sorprendió, puesto que no había advertido su presencia hasta ese momento. Estaban Pansy, Blaise, Crabbe, Goyle y, por supuesto, Malfoy. Esa fue la gota que colmó su vaso. Lo único que le faltaba en aquel momento era que el rubio se acercase para fastidiarlos.

No se había dado cuenta de que lo estaba mirando fijamente, hasta que este levantó su mirada gris, tan fría como el hielo mismo, y lo traspasó con ella. No supo ni cómo ni el por qué, pero de pronto sintió que sus morenas mejillas adquirían un tono rosado. No podía zafarse de aquellas orbes... se sentía atrapado. Draco sonrió como solo él sabía hacerlo; de esa manera sarcástica y sensual a la vez.

No lo podía creer ¿Qué le estaba pasando? ¡Era Malfoy, por el mismísimo Merlín! ¡Draco Malfoy, su enemigo declarado de Hogwarts!

"¿Qué demonios me sucede?" Se preguntó mientras sacudía su cabeza para acabar con ese sonrojo. En eso volvió a la realidad. Ron y Hermione, antes enfurruñados por su discusión, lo miraban con curiosidad.
- ¿Qué miras, Harry? - Cuestionó la castaña, y se dio vuelta para ver a dónde se dirigían las esmeraldas del muchacho y, al ver qué era lo que observaba su amigo, esbozó una mueca de desagrado. - Es Malfoy y su grupo, lo único que faltaba. Y para colmo parece que ya nos han visto. En fin... - Comenzó a cerrar sus libros y a guardar sus cosas - Volveré a la sala común, con esos odiosos ahí no podré concentrarme. Nos vemos, Harry. - Se despidió la chica. A Ron no le dirigió ni una sola de sus miradas.

Ron, que aún seguía molesto con la castaña, fingió no darse cuenta de su desinterés, y comentó:

- Bueno, sin Hermione no podemos hacer mucho, Harry ¿Qué te parece si vamos a la sala común y jugamos una partida de ajedrez o a los snap explosivos?

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