Cap.9(¿Celosa?)

159 6 0
                                    


-¿Laura?

Dios Raquel, que coño me acababa de seguir al baño, ¿y ahora que? 

-Laura por favor dime en que baño estas.

Como sabía que no se iba a callar abrí la puerta del baño, vi su rostro triste y se metió dentro. No podía estar más guapa, le brillaban sus ojos. Dios que bonitos son. En ese momento sabía que íbamos a hablar de algo que no me apetecía nada.

-¿Estas bien?-opte por preguntarla yo para romper el hielo.

-Dímelo tú.- respondió en seco.

Por favor no me mires tan intensamente te lo suplico...

Estaba tan mona cuando se enfadaba eso si la prefería con una sonrisa.

-¿Qué quieres que te diga?

-No sé, antes de venir aquí me habías dicho que tenías que pensar en lo que había pasado y ahora le metes fichas a un tío que ha conocido hace nada.

¿Estaba celosa? ¿Celosa de Ernesto?¿Ella?

-Es solo un amigo,  bueno lo acabo de conocer y no soy la única que tu amiguita y tú estabais muy juntitas.

Se me quedo mirando y no sabía qué hacer, me derretía cada vez que miraba aquellos ojos. Me esperaba una contestación pero lo único que hizo fue echar el pestillo. Y al volver a mirarme me beso. Note como se me iba erizado la piel, con aquel beso tan pasional y dulce a la vez. Se apartó de mi cuando yo no quería que aquello acabara aun. Quito el pestillo me sonrió y yo le respondí con otra sonrisa. Me acerque a ella y vi que ella se ruborizaba, ay parece un tomatito cherry,mire sus labios y con la mano le empecé a quitar todo el pintalabios rojo que le había dejado. Salimos del baño e hicimos como si nada hubiera pasado. Me acerque donde Marco y Ernesto y ella se fue con Sofía que estaba pidiendo un mojito.

-¿Estas bien?- me pregunto Ernesto.

-Si- por supuesto le dije sin dejar de mirar a Raquel de reojo.

No sabía que había pasado en el baño, no tenía ni idea de porque había sentido aquello, era como si las famosas mariposas estuvieran en mi estómago. No podía quitarme de la cabeza el beso que hace tres minutos había tenido con ella. Saque el móvil para ver qué hora era, marcaban las cuatro de la mañana. Me tenía que ir ya pero entonces me acorde que la puertas de la residencia estaban ya cerradas.

-Marco son las cuatro, la residencia ya ha cerrado.

Él se sorprendió de lo rápido que había pasado la noche y fue a donde estaba Hugo.

-Cariño se no ha hecho tarde, nos han cerrado las puertas.-le dijo poniendo un puchero.

Hugo miro el reloj y se sorprendió tanto como su chico. Raquel se acercó a ellos y les pregunto

-¿Qué les pasa a mis maricas favoritas?

Hugo le miro y le dijo que las puertas de la residencia ya habían cerrado. Ernesto también estaba con nosotros mientras nos comunicábamos unos a otro lo que estaba sucediendo.

-Podéis venir a la habitación de mi residencia si queréis, creo que tres personas entráis.

A mí me pareció un gesto muy tierno por su parte y no me importaría aceptar. Pero entonces note que Raquel me estaba clavando la mirada para que no aceptara ir a su habitación.

-Venir a mi casa.-dijo mientras no apartaba la mirada de la mía.

Todos aceptamos menos Ernesto que él ya tenía donde quedarse. Me despedí de el con un abrazo e intercambiamos los números de teléfono para volver a vernos algún otro día. 

Llegamos a casa de Raquel y empezamos a inflar un colchón que Marco y Hugo llevan en el coche para emergencias, como la de esta noche. Ana se quedó dormida en la bañera, le echamos una manta por encima. Sofía se eligió el sofá para dormir y los chicos tenían el colchón. Yo como tarde tanto en elegir un sitio me toco compartir la cama con ella o si no dormir en el suelo. En ese momento no sé qué pasaría, habíamos tenido un beso muy pasional, muy bonito hace una hora en un baño. Me dejo la ropa que me dejaba cuando me quedaba con ella en su casa.

-¿Estas bien? Te noto tensa.

Como no voy a estar tensa teniendote tan cerca.

-Es...toy bien gra...cias. Un poco cansada.-dije como pude. 

Me cambie de ropa mientras ella fue a la cocina a poner a cargar el móvil. Tardo más de lo que yo creía así que me hice la dormida cuando oí que regresaba. No quería hablar con ella de lo que había pasado. Se empezó a quitar la ropa para ponerse su pijama. Abrí los ojos y me la encontré de espaldas a mí, solo con el pantalón puesto. Se empezó a quitar el sujetador y no podía apartar la mirada de su espalda. El tatuaje que tenia en  toda su espina dorsal, era una frase, le quedaba muy bien. Ya se lo había visto antes pero ese tatuaje me mataba. Creo que noto que la miraba fijamente porque se dio la vuelta y tuve que cerrar los ojos rápidamente para que no me pillara. Se metió al otro lado de la cama. Sin querer me rozo la pierna y note como se me erizaba  la piel con su piel cálida. 

Me quede dormida después de una rato y al empezar a entrar los rayo por los ventanales de la casa, me desperté y vi que tenía la cabeza en su estómago y que ella me abrazaba. Como estaba dormida y yo quería seguir así porque me gustaba sentir su piel calidad y sus pulsaciones cerca de mí, volví a cerrar los ojos. Fue entonces cuando empezó a sonar mi móvil y me despertó a mí y a ella. Lo cogí para saber quién era a esas horas de la mañana un domingo. Vi que en la pantalla ponía Papa, nada más leerlo le colgué. Ella se acercó a mí con su cabello despeinada y en un pequeño susurro me pregunto

-¿Estas bien?

-Si-le dije mientras la empujaba para que se volviera a tumbar, para poner mi cabeza en su pecho.

Nos quedamos un rato en esa postura hablando de muchas cosas, pero sobre todo aprovechamos para hablar del trabajo. De repente, alguien entro en la habitación e hizo que yo me separara de ella. Era Ana que se acaba de despertar, tenía muy mala cara.

-Almeja necesito ayuda, me da vueltas todo. Creo que ayer me pase demasiado.

Eso no hacía falta que lo dijese, se había pasado y no poco. Según su hermano, la vio enrollándose cuatro veces con cuatro chicos diferentes. Y también meando en el baño de caballeros. Raquel la sonrió, con una sonrisa cariñosa. Se levantó, se puso una sudadera, ya que empezaba a hacer un poco de frío y la acompaño a la cocina. Yo rápidamente las seguí cuando encotré una zapatillas cómodas de Raquel.  

 Llegue a la cocina y solo se encontraban ellas, Ana se estaba bebiendo algo que tenía muy mala pinta tanto por el olor como por el color y sobre todo por las caras que ponía cada vez que daba un pequeño sorbo.

-¿Dónde están todos los demás?-pregunte con una voz de dormida absoluta.

Ana seguía bebiendo aquello, Raquel aparto la vista un momento de ella y me miro a mi. Odiaba que me mirara, en realidad me encantaba pero hacia que me pusiera muy nerviosa, su mirada hacia que pensara que estábamos nosotras solas en el mundo, que el tiempo se paraba para nosotras, sus ojos me encantaban. 

ELLAWhere stories live. Discover now