Capítulo 8: Amarte (Parte 2)

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- ¡Ray! ¡Norman! – no hubo contestación. Siguió caminando, haciendo que su preocupación aumentase más. - ¡Norman! ¡Ray! ¿Dónde están!

Había despertado en una de las habitaciones del hospital, y había decidido salir y buscarlos apenas notó que ellos no estaban con ella.

- ¡Ray! ¡Norman!

Escuchó sonidos de pasos, alertándola. Volteó, pero no vio nada o nadie; negó, de seguro comenzaba a ponerse paranoica por la atmósfera del lugar. Siguió caminando, explorando los cuartos, los cuales a medida que avanzaba, comenzaban a tornarse lúgubres.

Había sangre seca, lo que parecía instrumentos quirúrgicos usados y escritos de sangre seca en las paredes, además de golpes en las paredes y puertas.

Sin embargo, hubo una habitación que llamó su atención en especial. Se adentró a esta, ignorando los escalofríos que le producía al ver toda esa sangre seca en toda la habitación.

Se acercó a la pared del fondo, donde encontró un escrito. Algunas partes eran ilegibles, pero alcanzó a entender lo que la persona quiso decir; debía salir de ahí, lo antes posible y tener cuidado de no ser atrapada.

Iba a salir del cuarto, cuando al girar, se encontró con Ray. Se asustó, provocando que trastabillara, aunque no cayó al suelo porque él la sostuvo de la cintura; aquello hizo que se sonrojara y sintiera avergonzada.

- ¿Emma, eres tú realmente? – preguntó Ray, inseguro. Como si quisiese saber que aquello no era una ilusión y que ella, era verdadera. Ella tocó su mejilla, acunándola, sonriéndole.

- Soy yo, Ray... Te estuve buscando. – él sonrió, para después abrazarla. Aquello extrañó realmente a la pelirroja, pues Ray nunca a sido fanático del contacto físico, pero no desaprovecharía esa oportunidad. Lo abrazó de vuelta, acariciando sus cabellos.

Ray se separó levemente y tomó su rostro entre sus manos, poniéndola nerviosa y sonrojándola. Él le sonrió.

- Te amo, Emma. – y la besó, aturdiéndola y haciendo que se sonrojase más. Si es que eso era posible; cuando se separaron, Emma estaba por preguntar el porqué de ese beso, cuando notó como la sonrisa de Ray, se volvía retorcida.

Ella se había ido a meter en las fauces del lobo.

- He esperado tanto este día, como no tienes idea. – acarició su mejilla con ternura, ignorando la expresión de terror absoluta de la chica. La tomó de la mano, queriendo llevarla con él, más Emma lo impidió, haciendo que él voltease a verla, con sorpresa. - ¿Qué sucede?

- Tú... Tú no eres el Ray que conozco...

- ... ¿Por qué? ¿Acaso no soy lo suficientemente bueno? – preguntó, bajando la mirada, soltando su mano. Emma comenzó a sentirse mal por él.

- No es eso. A mí no me disgustas en absoluto, pero...

- No te preocupes, lo entiendo.

Y Emma estaba por hablar, cuando sintió como él colocaba un paño en su boca, por su nariz. Al querer respirar, inhaló. Con la poca fuerza que quedaba, empujó al pelinegro, sosteniéndose apenas; ¿Por qué había confiado rápidamente en este Ray? Fue demasiado ingenua, tal vez hasta estúpida.

Poco después cayó al suelo, seminconsciente. Ray se acercó a ella, posicionándose sobre esta, mirándola.

- Eres mía, Emma. – sonrió, acercándose a su oído, susurrando. – Dulces sueños, mi sol~.

Y sin poder hacer nada, cerró los ojos, entregándose a la inconsciencia. Ray se levantó de encima de Emma, y la cargó con delicadeza, al estilo nupcial. Todo eso, mientras tarareaba esa hermosa melodía.

...

Despertó, sintiéndose cansada y aturdida. Quiso levantarse de la camilla en la que estaba recostado, hasta que sintió como algo apresaba sus muñecas; asustada, dirigió su mirada a sus muñecas, dándose cuenta de lo que pasaba.

Sus muñecas estaban atadas, fuertemente, pero sin lastimarla, con vendas. Y ella vestía lo que era un vestido de novia, además de llevar el velo. O eso sintió sobre su cabeza.

- ¿Qué está pasando? – se preguntó, mirando a todas partes, sintiéndose extrañada y asustada por la situación. Trató de desatar sus muñecas con los dientes, pero al hacerlo, el sabor del alcohol entró en su boca, haciendo que aparte de inmediato su boca.

Se sentó en la camilla, dándose cuenta también, de que sus pies estaban también atados por vendas. Estaba atrapada.

Miró por toda la habitación, buscando con qué cortar las vendas. Sin embargo, no había nada más que la camilla.

La puerta se abrió, dándole paso a Ray, quien portaba un traje de novio. Le sonrió, provocándole un escalofrío; él se acercó a ella, tomando sus manos, besándolas suavemente. Emma no sabía si aquello le producía terror, vergüenza o ternura, era un cúmulo de emociones en esos momentos.

- ¿Ray?

- Vamos a casarnos, Emma. – le sonrió, dándole un muy mal presentimiento. – Y nadie impedirá nuestra boda. Mucho menos, el que seas mía.

La cargó, ignorando sus forcejeos y pataleos, incluso sus gritos hacia él. Este sería el mejor día de toda su misera existencia; no por nada, se aseguró de eliminar a todos los que querían quitarle a su preciada Emma.

Una sonrisa torcida surcó su rostro.

- Nadie te ama más que yo, Emma~.

- ¡Suéltame Ray!

- No te dejaré ir esta vez.

Y finalmente se perdieron en aquellos lúgubres pasillos.

-Traumada Taisho

Como que sentí Rayema el capítulo, y por un momento pensé que Emma tenía Síndrome de Estocolmo 8v ALV

Viajando entre dimesiones [REN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora