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Pov Matthew.
—Pensé que vendrías en estos días, es decir, otro día. —me quejé sin ganas al ver a Tao en mi sala.
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—Hoy entra legalmente en "estos días" ingrato. —rodé los ojos y vi como apagaba su odioso cigarrillo y se levantaba.
Entré a mi habitación y Tao iba detrás de mí, me tiré sobre la cama y él se sentó frente al ordenador.
—No toques nada. —ordené.
—Si tienes gripe solo deberías dejar el trabajo por hoy, yo me las arreglaré. —comentó.
—Te dije que yo puedo hacerlo.
—Oww, estás preocupado por mí y quieres aliviar mi exceso de trabajo. —se giró en su silla para ver mi cara de fastidio y rió—, que orgulloso eres.
—Tú igual.
—Por eso nos llevamos tan bien —sonrió alegre y le sonreí irónico—, sabes... si de verdad te sientes mal dejaré mis trabajos de hoy y me quedaré contigo. —abrí bien ambos ojos y luego mis cejas se fruncieron.
—¿Me crees una especie de damisela en apuros o que diablos? No me jodas hombre. —manifesté a la defensiva y se acercó a la cama donde estaba sentado.
—Cuanta hostilidad... las personas como tú, esas que por fuera son tan odiosas y agresivas, suelen ser así porque saben que por dentro son frágiles y por ello no quieren que nadie los toque demasiado. —se inclinó hasta mí y estiró su mano hasta detrás de mi cadera— Esa clase de gente despierta mi curiosidad y quiero ver que tan frágil eres, ¿En cuántas piezas te romperás cuando llegues al límite?
Lo miré tajante y sin vacilar.
—¿Qué te hizo creer que tengo límites? —lo miré con superioridad— Eres más retorcido de lo que pensé —sonreí y tomé su rostro—, no me intimidas en absoluto, nada puede dañarme.
—¿Sí? Conozco algo que sí, bueno, es algo con nombre y apellido. —refutó y mi mirada oscureció.
