On Our Knees ♡

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Kotal Kahn no dudaría ni un segundo de sus aliados, sin embargo, ellos si dudaban. Y no exactamente del Kahn en turno.

Dudaban de sí mismos.

El constructo de almas sabia el poder de Ko'atal –el Kahn actual– y sus ideales que llevarían al Mundo Exterior a la innovación, al cambio. El miraba a un futuro brillante en ese Imperio que había estado 20 años podrido en miseria y hambruna. En verdad Kotal Kahn era algo más que un tirano. Y Ermac lo sabía. Notaba la preocupación que tenía por sus hombres, más una vez salvo la vida de D'vorah, había perdonado la vida de esa cachorra y su bestia, incluso reconoció la utilidad del Zaterran. Muy pocas cosas –incluso pocas veces– le sorprendían. Y una de ellas, era la valía del Osh-Tekk. Miraba la espalda ancha y tatuada; estaba hablando con la fémina Kytinn sobre algunos planes para reconstruir la ciudadela. Seria mentir si el estribillo de almas dijera que no podía sentir nada. Ellos sentían más que cualquiera.

Aunque no mostraba ninguna expresión. Su sensibilidad –concedido por la gran cantidad de almas– y su telequinesis eran las culpables de aquello. Y aun mejor... Podía sentir que Kotal Kahn se sentía cómodo con su presencia. Su Emperador estaba más que radiante con sus nuevos aliados. Ermac lo sabía, lo notaba. Sus ojos servían para ver más de lo que el ojo humano podía ver. Así como podía observar en la mente de alguien también podía mirar cosas banales como lo eran los últimos rayos solares de una cálida tarde en el palacio de Shao Kahn contrastar con la pintura azul del cuerpo de su nuevo Amo; hacía calor y algunas gotitas de sudor escurrían desde el cuello hasta la espalda baja del Kahn. Algunas almas iniciaron un pequeño revuelto pues tenían un simple pensamiento... Uno bastante singular. Ermac no lo aceptaba. No estaba de acuerdo en tener ese acercamiento con su nuevo Señor. Escuchaba con más atención sus almas rebeldes reprochándole el no hacer lo que pensaba.

–Ermac, Ermac, hey momia –llamó Reptile con molestia.

El constructo parpadeo.

Al parecer la junta acabo. Y ahora solo estaban ellos y el espía.

–Nos retiramos –se dio media vuelta, intentando no tener más contacto con el Saurian.

–Qué extraño –siseo indignado sin quitarle la vista de encima al ente de diez mil almas.

–Qué extraño –siseo indignado sin quitarle la vista de encima al ente de diez mil almas

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Kotal Kahn no era como los demás Emperadores.

El tirano y conquistador Shao Kahn; lo había utilizado como carne de cañón, otro experimento más de su brujo que había salido "bien" –al menos hasta que perdió en el Mortal Kombat– y que solamente fungiría como un asesino más en el ejército del Kahn más temido del Outworld.

Mileena Kahunm por su lado, era una derrochadora y egoísta –sin olvidar lo ególatra que era– ella no solamente desprecio su lealtad, sus servicios y su paciencia. La Emperatriz había negado su sangre; ambos eran simples marionetas, creadas al mero antojo del Kahn anterior... Sin embargo, ella tenía privilegios que él –ellos– nunca poseerían.

Mortal Kombat FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora