Capitulo 20. Luz de luna.

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...«Amar es el único sueño que llena de luz la mirada»...Francisco Céspedes


Harto de dar vueltas en la cama y pelear con las almohadas, apartó el edredón de una patada y saltó fuera para ir a correr.

Treinta minutos después con «Show Me How To Live by Audioslave» sonando en sus oídos atacaba con furiosas pisadas la cantera de la calle. Protegido bajo la capucha de su sudadera recorrió el ancho bulevar flanqueado por las imponentes residencias en aquel codiciado barrio  de San Miguel.

Las fachadas formaban una impresionante paleta de vivos colores y junto a sus artesonados portones y caros acabados, todas tenían el claro objetivo de recordar a los transeúntes como él, que no eran más que unos miserables comparados con los habitantes superiores de aquellas viviendas.

Entre aquellas magníficas construcciones, una en especial las superaba a todas. Era una restaurada mansión de finales de siglo, de estilo colonial. La fachada en color blanco y filos de cantera la proveía de un incuestionable aire aristocrático, sus gruesas puertas de roble con remaches de hierro eran las originales y su valor era inestimable.

Guarecido tras el tupido follaje de un encino pudo observar a la hermosa chica, que desde el balcón de su habitación disfrutaba de un vaso de jugo y sonreía mientras los primeros rayos del sol aparecían. Él pensó, que era por ella que el mundo florecía.

Un suspiro que le dolió en el pecho fue expulsado desde lo más recóndito de su alma, observó su playlist y escogió «I Will Not Bow by Breaking Benjamin» para emprender la vuelta a casa.

La escalinata de la Universidad en Guanajuato se coló en su mente, recordándole tiempos pasados cuando gastaban las horas juntos. Los ojos de la chica llenos de estrellas le indicaban el camino. Él siempre le tomaba el pelo y ella le sonreía con frescura. La Universidad terminó, él se marchó un tiempo a la Ciudad de México para continuar su instrucción como Agente de Inteligencia y ella partió a Florencia a sacarse la especialización en arte.

Al volver a encontrarse, los días habían hecho mella entre ambos. Los ojos de la chica brillaban por otro y, para él solo quedaba el cariño fraterno que nunca le había negado desde que fuera solo una niña. Las ilusiones que Salva alguna vez albergó en su corazón ya no encontraron réplica en el de Emilia.



*****.

Noyola y Fernández estaban situados de frente al enorme muro plagado con fotografías y notas del caso de Eugenia. Carmen, Salva y Cayetano no perdían detalle de sus coordinados movimientos, del análisis meticuloso y preciso con el que observaban cuadro por cuadro: la escena de la recuperación del cuerpo, las notas e imágenes de la autopsia y del departamento de la chica, así como de su estancia en el cóctel de la Galería de arte y su trayecto hasta su departamento.

—Necesitamos municiones muñeca — exhaló ronco el Comandante y señaló una imagen que parecía haber estado perdida a simple vista —. ¿Quién es este? — demandó arrancando la fotografía de un hombre con más de cincuenta años, que sostenía una copa en su mano y observaba con arrogancia a Eugenia. La expresión en el rostro de la chica era de desacuerdo con lo que sea que hubieran conversado. Alma recibió la foto y la introdujo en un scanner para ingresarla poco después en la base de datos de seguridad y someterlo a reconocimiento facial.

—Lo tengo — anunció a nada de haber corrido la búsqueda, Jaime se desplazó enseguida a su lado y observó con ella la pantalla del procesador —. Antero Ugalde. 59 años. CEO de Electromecánicos del Bajío, S.A.de C.V. con sede principal en la Ciudad de León, en la zona sur. Es el principal subcontratista de Grupo Mendiola.

Nuestro amor al final del tiempo Where stories live. Discover now