IMAGINAS | Chicas.

|Caity Lotz - Imagina|

Me servi tequila en un vasito y lo tome rápido, sintiendo como el líquido quemaba en mi garganta. Ella está embarazada.

Un niño ensuciando, rompiendo todo, haciendo aún más desastre, ensuciando todavía más. Ese pequeño ser, robándose toda la atención, el amor y el cariño de Caity, que solo me brindaba a mi. Tenía miles y miles de pensamientos rondando por mi cabeza, hasta que la paranoia se apoderó de mí.

Últimamente ha pasado demasiado tiempo con Stephen, ¿En verdad fue una inseminación? ¿Y si me mintió? ¿Me ha estado engañando? ¿Y si en realidad el bebe es de él? Hace unas semanas ella me dijo que iría a verse con sus amigos, y resulta que solo llegó Amell, además llegó muy tarde aquel día.

Arroje el vasito contra la pared, provocando un estruendo al romperse. Enfurecida comencé a subir por las escaleras, estoy segura que el bebe es de él.

Abrí la puerta de golpe, asustando a Caity, quién lloraba hecha bolita en la cama.

—¡¿Por qué diablos me mientes?! - grité mientras me acercaba a la cama.

—¿De qué hablas?. - se enderezó y limpió sus lágrimas con la manga de su suéter.

—Ay por favor, lo tuyo no le una inseminación. Me has estado viendo la cara de idiota con Stephen. - le reproche y su expresión facial cambio.

—¡¿Como puedes pensar eso?! - mostró que estaba dolida y enojada, al tiempo que estrellaba su palma contra mi mejilla, más lágrimas comenzaron a descender por su rostro. - Llevamos cuatro años de matrimonio, dos años más de conocernos. He estado enamorada de ti por mucho tiempo, te amo, y cada día trato de demostrartelo. ¡Nunca te he sido infiel! no tengo la necesidad ni quiero hacerlo, amo cuando hacemos el amor, amo cuando me tocas, cuando me besas, ¡adoro cada maldito segundo que pasó a tu lado! Solo tu me haces feliz. No te cambiaría por nada... - nunca me había sentido tan mal conmigo misma, nunca la había visto así de enojada, ni mucho menos había visto que derramará tantas lágrimas como en estos momentos.

—¡Me cambiarías por el! - exclamé señalando su vientre.

—Es diferente por... ¡Ah, diablos!. - soltó un grito desgarrador, llevo sus manos a su barriga y se sentó sobre la cama.

—¿Qué sucede? - comenté con preocupación y soltó un gemido de dolor.

—El vientre, me duele demasiado. - cerro fuertemente los ojos.

Me apresuré a tomarla entre mis brazos con mucho cuidado de no lastimarla, un gran sentimiento de culpabilidad me lleno por completo cuando vi que sangraba.

La lleve al carro y conduje al hospital más cercano, todo el camino estuvo acompañado de mis suplicas para que me perdonará y de su llanto y gemidos que demostraban el dolor que estaba sintiendo.

Trajeron una camilla y recostaron a Caity sobre ella, y se la llevaron a una habitación donde ya no podía pasar.

Todo esto es por mi culpa...