IMAGINAS | Chicas.

|Lizzie Olsen - Imagina|

Narra Lizzie:

_____ estos últimos días, ha estado un poco, solo un poco indiferente.

Se la pasa hablando con Tom Hiddleston, justo como ahora, ya llevan como 2 horas charlando y bromeando y a mi ni me mira.

Después de tanto pensar, y que ___ siguiera hablando con Tom, y este se le acercará demasiado, tomé mi suéter y salí de la casa de Robert donde se estaba llevando a cabo una reunión, reunión que parecía ser solo _____ y Tom.

El día estaba nublado, y esperaba que no lloviera, pues no quería mojarme y pescar un resfriado luego.

No tengo dudas de que___ me ama, pero ahora que lo pienso, nuestra vida sexual está por el suelo y es debido a mi culpa, constantemente había estado rechazando su tacto y a veces me ponía de mal humor y ahora me toca compensarlo y sabía muy bien como.

Narra _____:

—¿Entonces sí quieres ir conmigo? - sonrió Tom.

—Claro que sí, a Lizzie no le gustan ese tipo de eventos, así que sí quiero ir contigo. - le sonreí de vuelta y su sonrisa se ensanchó aún más.

—No sé cómo decirle a tu sabes quién, que me gusta. - tomo mi mano y empezó a jugar con mis dedos, e hizo una mueca, mientras señalaba ligeramente con la cabeza a Hemsworth.

—Bueno, creo que aquí todos ya nos hemos dado cuenta de cómo se miran, y sabemos que ambos se gustan, así que amigo mío, arriesgate. Si no lo haces, siempre te arrepentirás y te quedarás con la duda de que hubiera pasado si le hubieras dicho. - acaricié su cabello y oímos un carraspeo, ocasionando que nos separaramos un poco.

—¿Tom, podemos hablar?. - dijo Chris, mientras miraba como mi amigo, jugaba con mi mano.

—Ve - le sonreí, suponiendo lo que se venía a continuación, Tom me sonrió y fue detrás de Chris.

Busque con la mirada a Lizzie y no la encontre, fue así que decidí ir con Scarlett.

—Hola, rubia. - la saludé con un beso en la mejilla, igual que ella a mí. - ¿Sabes dónde está Lizzie?.

—_____, se fue hace como una hora. - dijo bebiendo de su ponche.

—¿Se fue? - pregunté confundida.

—Sí, en serio. - rió sonrojada.

—Esta bien, gracias. Yo también ya me retiro. - le sonreí y me despedí de todos, para ir a casa.

Cuando llegue, todo estaba oscuro, sí vino a casa, ¿Cierto?.

Subí las escaleras y al abrir la puerta de nuestra habitación, solo era alumbrado con unas velas.

Me atragante con mi saliva cuando Lizzie salió del baño, con una provocativa lencería azul marino.

La examine de pies a cabeza, se veía realmente preciosa y muy sexy.

—¿Que esperas?. - sonrió coqueta y no perdi más tiempo, me quite la mayoría de la ropa, quedando solo en sostén y mi pantalón.

Lizzie me empujó hacia la cama, haciendo que quedará acostada sobre esta, en un abrir y cerrar de ojos, ya la tenía sobre mi, besandome con desesperó.

Mis manos recorrían su maravilloso cuerpo, grabando cada detalle de él en mi mente, sus curvas, su suave piel, algún pequeñísimo granito, sus lunares y todo de ella.

—Te amo, _____. - suspiro después de unos minutos de seguir besandonos.

—Tambien te amo, muchísimo. - sonrió acariciando mis mejillas para después unir nuevamente nuestros labios.

Maldita sea, la extrañaba tanto, extrañaba escuchar aquellas palabras de su boca, dirigidas a mi. Dos simples palabras que de la persona correcta, son simplemente hermosas, para deleitar nuestro corazón.

Sin prisas, fuimos quitandonos nuestras prendas restantes, quedando así, completamente desnudas, y listas para amarnos  carnalmente y no solo sentimental.

Quedamos sentadas en una posición en la que nuestras feminidades rozaban, haciendo una placentera sensación, tomé las caderas de Lizzie y ella se afirmó de mis hombros, para luego empezar a frotarnos.

No había nada mejor que hacer el amor con tu pareja, la persona que más amas en el mundo, y quién próximamente se convertirá en tu esposa.

Lizzie se aferró a mis hombros y empezó a frotarse más rápido, provocando una inmensa oleada de placer para ambas, no podía oír nada mejor que los gemidos y jadeos de mi novia, en este momento solo éramos ella y yo, en nuestra habitación, amándonos.

—Mm, ___ - gimió bajito, cerro los ojos, apoyo su rostro en mi cuello y empezó a morderlo con un poco de fuerza, logrando sacarme un jadeo. Bastaron unos minutos más, para que comenzará a sentir contracciones en el vientre bajo.

Los gemidos de mi ojiverde se hacían más fuertes, al igual que la maravillosa sensación de placer.

Finalmente, unos movimientos más y ambas llegamos a un anhelado clímax, acompañado de un sollozo lleno de gozo y satisfacción que salió de Lizzie.

Caímos en la cama, ella se acurrucó en mi pecho y nos tapamos con las sábanas.

—Fue increíble. - susurro tratando de normalizar su respiración, al igual que yo.

—Lo sé, hay que hacerlo más seguido. - reímos y comencé a hacer trazos por su espalda con las llenas de mis dedos.