3. Un paseo amigable

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Aviso: J.K Rowling creó el mundo de Harry Potter. A mí solo me pertenecen la idea de la historia y algunos personajes.

Andrómeda

Los días parecieron correr hasta el momento en que Bellatrix y Andrómeda tenían que partir a Hogwarts. La mañana del 1 de Septiembre llegó a la mansión Black como un rayo en plena tormenta, aguzando las miradas y oído de todos sus habitantes y llenándose del movimiento de los elfos domésticos al sacar los baúles de las chicas. El padre de las chicas había madrugado como siempre al ministerio, pero no perdió oportunidad para ir al cuarto de Andrómeda y recordarle de lo que habían hablado.

— Un Black no es igual a otros magos, somos mejores. Y tú no serás quien rompa y traiga decepción a esta casa. Recuérdalo, Andrómeda.

Salió de su habitación apenas pronunció su advertencia dejándole pensar el castigo que obtendría si no cumplía con las expectativas que tenían en ella. El nudo en su estómago apretándole horriblemente mientras se vestía y salía con su madre y hermana mayor a Kings Cross, a duras penas teniendo oportunidad de despedirse de Narcissa.

Como todos los años la estación parecía un hervidero de familias que se preparaban para despedir a sus hijos a un nuevo curso en el colegio. Druella Black las había llevado a una esquina y miraba con asco a todos los magos traidores de la sangre y aquellos sangre sucia, sujetando el hombro de sus hijas como si temiese que pudiesen pegarles sus ideales anti puristas de solo verlas. Bellatrix lucía como una versión joven de su madre y parecía estar pensando en todo el daño que les haría si alguno de ellos tenía el descaro de hablarle como una igual; Andrómeda ansiaba tener la misma expresión que ellas pero su emoción le hacía imposible el preocuparse de unos pocos magos que no fueran sangre pura o hubiesen traicionado los firmes principios en los cuales su familia creía.

Ya venía llegando el momento en que se debía partir y su madre se puso frente a ellas con su cabello rubio perfectamente resplandeciendo y sus ojos cafés fríos y calculadores. Andrómeda pensaba que su madre debía haber sido muy bella cuando su padre la conoció pero ahora todo estaba oculto por una máscara de hielo que jamás retiraba.

— Esperó que sepan muy bien que no toleraré un solo reporte sobre mal comportamiento de ninguna de las dos, no es propio de una dama el ser reconocida por ser una especie de demonio desorganizado. Slughorn siempre habla muy bien de ti cuando nos escribe a tu padre y a mí, sigue como vas y podrías ser prefecta el año que viene— Le dijo a Bellatrix y Andrómeda no pudo evitar notar que había una especie de brillo en su mirada. Giró a verla a ella y volvía a tener aquella visión frívola que la caracterizaba— No te pasas de las reglas, no seas mal educada con tus profesores y por sobre todas las cosas no te atrevas a hablar con ninguno de esos asquerosos sangre sucia y mucho menos con un traidor a la sangre. Largo.

Las dos hermanas emprendieron su camino al tren y Andrómeda fue testigo de la única vez en su vida en la cual Bellatrix la hubiese ayudado, pues entre las dos subieron su baúl. Aunque la dicha no duró mucho pues su hermana dio media vuelta y se fue inmediatamente a sentar con sus amigos dejándola por su cuenta en el inmenso tren escarlata. Pero eso no podía molestar a Andrómeda, quien prefería mantenerse alejada de Rodolphus Lestrange que tenía un aire un tanto lunático y le inspiraba un temor irracional.

Paseó por varios compartimientos hasta encontrar uno completamente vacío y decidió entrar en él para que nadie la molestará. Sus nervios la comían viva y no deseaba que nadie pudiera verla e inmediatamente quisiese hacerse su amiga, porque ella sabía que solo podía juntarse con familias que pudieran traerle un beneficio o de lo contrario ya estaría decepcionando a sus padres. Y Andrómeda temblaba de solo pensar en lo que su padre podría hacerle si ella lo decepcionaba a la primera oportunidad.

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