8. Tradiciones particulares

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Aviso: Yo pensé en el mundo de Harry Potter, pero J.K Rowling me ganó y ahora es suyo. Está historia sí es mía.

Ted

Navidades en Hogwarts eran una experiencia totalmente nueva y extraña para Ted. Estaba acostumbrado a que, todos los años, sus padres se los llevarían a Gina y a él a visitar a sus abuelos y familia paterna en Escocia; estando allí, tendría que soportar a sus tías mientras pellizcaban sus mejillas y le decían lo apuesto que estaba.

En Hogwarts no había tías regordetas con dedos cual pinzas, solo una Hestia Jones que estaba más que dispuesta a enseñarle a jugar Quidditch, pese a que ella no era parte del equipo y Ted no podía volar sin romper la mitad de los antiguos ventanales que tenía el castillo. Su torpeza de seguro sería mortal en algún momento.

Las decoraciones alrededor del castillo eran, así como la comida, una de las principales razones por las cuales había decidido quedarse los años siguientes. Todos los profesores habían contribuido con hechizos para hacer que el castillo por dentro pareciese una fortaleza de hielo, con las armaduras entonando villancicos que jamás había escuchado en el mundo Muggle. Las celebraciones serían perfectas de no ser por un simple detalle.

Bueno, más bien una simple persona. Una chica de cabello castaño que nunca tenía un solo mechón fuera de lugar, que siempre reía cubriéndose la boca como si pensará que estaba haciendo algo incorrecto y tenía la costumbre de mirar sobre sus hombros con aquellos ojos marrones repletos de miedo. Esa chica a la que le fascinaba molestar diciendo que su nombre era de estrella, perfectamente sabiendo que era una galaxia, solo por verla corrigiéndole con su ceño fruncido y voz de sabelotodo.

Pese a que Ted adoraba la compañía de Hestia, no podía poner en duda lo mucho que extrañaba a Andrómeda.

La última vez que habían podido verse fue en una reunión secreta en la biblioteca, como ambos ya estaban acostumbrados. Andrómeda le estaba ayudando a terminar un ensayo para pociones, mordiendo su labio inferior en total concentración mientras escribía fácilmente los conceptos en aquel pergamino y le contaba a Ted la forma de realizar la poción, que vista de esa manera, sonaba realmente sencilla.

— Deberías ver todo lo bueno que podríamos hacer en las vacaciones: Jugar en la nieve, escabullirte a las cocinas. ¡Te va a encantar por completo!

Andrómeda había parado de escribir entonces, subiendo sus marrones ojos para verlo: — ¿Haremos quiénes?

— Pues tú y yo, eso es obvio. No creo que tu hermana tenga los ojos encima de ti durante el receso, y muchos chicos de tu casa se van para Navidad.

— ¿No te lo había dicho? Yo también tengo que irme.

Eso había desanimado a Ted completamente, sus planes de pasar el tiempo con Andrómeda estaban por el suelo: — ¿No podrías quedarte un poco? ¿Decirles a tus padres el que no quieres ir a casa?

Andrómeda dejó salir una risita seca, algo vacía, y bajó la mirada de nuevo al pergamino que tenía delante. Ted notó, como siempre que trataban el tema de su familia, el que sus hombros adquirían cierta rigidez y su postura se enderezaba demasiado, así como sus manos adquirían un temblor que trataba a duras penas de disimular.

— Desearía poder decirles que no, pero todos los años organizan una fiesta realmente importante a la que asisten varios amigos de la familia —Su voz resaltaba con sarcasmo la palabra "Amigos", dándole a entender a Ted que tenía un significado distinto— Y mis padres están como locos con que Bellatrix y yo estemos presentes. Además —Se detuvo un poco, como si pensará demasiado las palabras que iba a elegir— mi hermanita ha estado mucho tiempo sola, al igual que mis primos. Solo quiero asegurarme de que estén bien.

La galaxia más brillanteWhere stories live. Discover now