Prólogo

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BaekHyun jadeó acaloradamente. Su rostro compuso una mueca llena de dolor y sus mejillas calientes e incendiadas como un par de vivas llamas estaban relucientes debido al brillo natural del sudor. Sus ojos angustiados y opacos relucieron tenuemente por la luminosidad de las lágrimas que se agruparon en las esquinas de los mismos, con firmes y seguras intensiones de descender por su rostro y mostrar una imagen de él aún más lamentable. Su cuerpo sufrió espasmos incontrolables y sentía un frío exterior que contrastaba preocupantemente con el calor que lo consumía desde sus entrañas.

Se retorció sobre el cálido y cómodo colchón inundado en fluidos y miró a su amigo con pesar, que, con las manos empuñadas y la mandíbula tensa, no dejaba de mirarlo fijamente. El celo podía ser la cosa más excitante del mundo, pero sin un compañero que ayudara a aliviar el calor podía ser el mismo infierno en la tierra, más específicamente en tu cuerpo.

Sus ojos por fin liberaron las lágrimas que estaban ansiosas por salir y mostrarse al mundo, y SeHun tragó grueso, se acercó a la cama y se sentó a su lado, estiró su brazo y acarició suave y tiernamente su mejilla con sus ojos rasgados y pequeños demostrando todo el dolor que sentía por verlo así. BaekHyun gimió por el simple contacto de su palma tibia tocando su ardiente mejilla.

—BaekHyun, por favor, déjame hacerme cargo —le pidió con tristeza e impotencia y el omega sollozó, su lobo exigiendo a un compañero que lo calmara con exigencia y sin detenerse a pensar en el daño que le hacía al humano—.

BaekHyun de verdad lo pensó por un momento, estando lo suficientemente cuerdo como para racionalizar y tomar decisiones apropiadas, y una nueva oleada de calor llegó, haciéndolo retorcerse y gritar con agonía. Su cuerpo ardía dolorosamente y su piel estaba increíblemente sensible. Tomó una profunda respiración y volvió a mirar al alfa ante él, tan bello, tan amable y siempre tan preocupado por su bienestar.

SeHun era un buen hombre, un increíble líder y un muy buen compañero, que desde el primer momento estuvo atento a él. Lo había conocido hace ciento cincuenta años, y hasta el día de hoy ninguno había dado aún con sus parejas destinadas, por lo que su relación se fortaleció y floreció como la más hermosa rosa. Él lo quería, realmente lo hacía, SeHun era su confidente y su principal apoyo en la vida, su razón para seguir viviendo y tener esperanzas, y sabía que no podía confiar en nadie más para el trabajo que él.

Sus ojos chocaron nuevamente, y ahí lo vio, el cálido cariño fundiéndose en sus orbes castañas, su propio dolor reflejado en sus pupilas y la impotencia en la fuerza de su mandíbula. SeHun lo quería tanto, tanto como BaekHyun lo quería a él.

Estiró su mano debilitada y temblorosa hacia la palma sobre su mejilla y brindó una caricia que SeHun no tardó en corresponder, y con una ligera sonrisa que se llevó un quejido, le dijo:

—Hazlo, Hunnie, confío en ti.

Eso fue suficiente para que el alfa se acercara para tomar un beso y lo reclamara como suyo aquella noche de luna llena.

En el momento indicadoWhere stories live. Discover now