O2

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BaekHyun miró su muñeca con un viejo sentimiento de nostalgia, y sonrió tristemente al ver que la marca que una vez lo unió con SeHun había desaparecido por completo, dejando la piel nuevamente blanca y pura.

Es normal, se dijo, han pasado noventa años, después de todo.

Se puso de pie, tratando de ignorar la punzada de dolor en su pectoral izquierdo, justo en el lugar donde descansaba su corazón, y suspiró. Se miró en el espejo y observó con atención su cuerpo reflejado en el cristal pulido. Estaba notoriamente más delgado, sus costillas marcadas demostraban su deterioro y su pálida piel grisácea que no cambiaba de color, ni siquiera por llevar sol en el porche de la cabaña, estaba opaca y escamosa. Las ojeras adornaban las bolsas bajo sus ojos tristes y sin brillo y sus manos esqueléticas se asomaron bajo las mangas del suéter demasiado grande, aunque en un pasado le había quedado de maravilla.

A pesar de mostrarse miserable y enfermizo, BaekHyun compuso una sonrisa en sus labios partidos y pálidos y acomodó su cabello sin brillo antes de tomar las llaves de su casa y salir de ahí.

Había decido quedarse en El Dorado; el pueblito le daba alegría y paz y lo hacía estar en armonía con su animal, y eso era algo que necesitaba fundamentalmente cuando ya se acercaban sus días finales. Estar en calma con su lobo lo ayudaba a pasar sus dolores de una mejor forma, una no tan dolorosa y deplorable, además, no quería morir en la ciudad, quería hacerlo en aquél lugar mágico y tranquilo, ser enterrado en ese bosque donde había encontrado tanto consuelo.

Miró a sus tres amigos con una sonrisa suave y los saludó sin mucha efusividad para no causarse un daño evitable, y caminó hacia ellos lentamente, sus pies sintiéndose pesados y débiles para mantener el peso ridículo de su cuerpo escuálido. JongDae no tardó en ir hacia él con rapidez y lo ayudó a caminar con su mano rodeando su cintura delicadamente, y BaekHyun le agradeció con una sonrisa agotada. El alfa se encargó de llevarlo con los demás y soltó un poco su agarre protector cuando ambos se detuvieron frente a los otros dos omegas.

—Hola, siento demorar —dijo con su voz quebrada y MinSeok y KyungSoo sonrieron al mismo tiempo, sus ojos tristes mirando su rostro—.

—No te preocupes por eso, Baekkie, un rey siempre se hace esperar —BaekHyun rió, una risa suave y melodiosa y verdadera que les llevó felicidad a sus amigos—.

—Tienes razón. Soo, te ves muy bien hoy, por cierto —halagó al menor con calidez y el pequeño se sonrojó—.

—Yah, no tanto como tú, hermano mayor.

JongDae resopló, divertido, y señaló a BaekHyun con una ceja arqueada.

—¿Cómo es que lo halagan tanto? ¿no están viendo su cabeza? ¡Se está quedando pelón mucho antes que nosotros! —BaekHyun rió de nuevo, sus ojos iluminándose verdaderamente por una fracción de segundo que dejó satisfechos a los demás, y le dio un manotazo indoloro al alfa en el brazo—

—Sigo siendo más guapo y lindo que tú a pesar de estar sin cabello, Dae, así que no esperes que los demás caigan a tus pies cuando estás parado a mi lado. Yo te opaco siempre.

—¡Jo, pero que humilde!

Todos rieron alegremente, una sensación fantasma que BaekHyun sabía que acabaría más temprano que tarde, y le hizo una seña al pelinegro para que lo acercara a la camioneta que esperaba abierta por él.

—Vámonos ya, míster perfecto. Quiero beber.

JongDae lo obedeció de inmediato y con ayuda de MinSeok lo subieron en el vehículo, BaekHyun se pasó el cinturón de seguridad y subió su pulgar para darles a entender que estaba bien. KyungSoo ocupó el lugar vacío a su lado y MinSeok el de copiloto, mientras que JongDae se encargó de conducir. El viaje fue tranquilo y agradable; los cuatro cantaron canciones modernas que pasaban en la radio y rieron divertidamente de las anécdotas poco comunes de JongDae, y BaekHyun, viéndolos a todos disfrutar y tratando de hacerlo sentir bien, supo que aquellos momentos siempre serían llevados en su memoria y en su corazón.

En el momento indicadoWhere stories live. Discover now