III

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- La llave negra es del portal, la llave gorda para entrar. La llave negra es del portal, la llave gorda para entrar... - Alba tarareaba la misma frase todo el tiempo mientras agitaba las llaves en la mano. Se lo sabía de memoria, pero aún así le gustaba cantar aquella canción que María había inventado para ella cuando se mudó al piso.

Abrió el portal con tranquilidad y subió las escaleras hasta el cuarto piso. Cuando abrió la puerta, se encontró a María echada en el sillón con el portátil.

- Hola Mari, ¿qué haces?

- Hola nena. Ver series. ¿Qué tal el día?

- Bien. Fui con Natalia y pinté. - María suspiró sonoramente. - Es buena chica, no sé de qué te quejas.

- Ya sé que es buena chica...

- ¿Entonces?

- La gente con poderes es estúpida. Y arrogante. Y se cree mejor que el resto sólo por tener habilidades absurdas. ¿No te acuerdas el casero de mi antiguo piso?

- José Manuel.

- Ese mismo. No me puedo creer que realmente te hayas acordado.

- Es que no parabas de contármelo cuando me vine para acá. Que si José Miguel os subió la renta ilegalmente, que si os llamó deshechos subhumanos...

- José Manuel.

- Eso.

- Tía, no hay quién entienda tu cabeza. ¿Te diste un golpe o algo?

- Sólo guardo en mi memoria lo que me interesa, el resto es mucho y muy aburrido. - Alba dejó las cosas en su cuarto y se echó en el sillón junto a su amiga. - ¿Qué serie ves?

- Esta de fenómenos paranormales. Ya ves tú. Una chorrada. Iba a salir con África pero me ha dejado tirada la muy zorra por irse con el Damion a cenar.

- Vaya. Podemos pedir algo para comer, si quieres. Podríamos invitar a Marta y a Natalia.

- Acabas de estar con Natalia.

- ¿Y?

- Alba, cariño. A veces... A veces la gente se satura si pasa mucho tiempo con una persona. Dale un poquito de espacio. Os habéis visto tres días seguidos.

- Pero...

- ¿Confías en mi?

- Sí...

- Entonces hazme caso. Deja un poco de espacio o se agobiará.

- ¿No lo dices porque te cae mal porque tiene poderes, verdad?

- No, lo digo por tu bien. Venga, vamos a pedir algo de cena. ¿O es que conmigo a solas no te vale?

Alba río como respuesta. María alcanzó su portátil y tonteó con las webs de comida a domicilio, leyendo las ofertas a Alba. Tras elegir, esta última se dirigió al baño para darse una ducha antes de cenar.

Al salir, cogió el móvil, pero no había rastro de Natalia. Tal vez María tenía razón. Escribió un saludo y lo borró, insegura.

- Mari ha dicho que le deje su espacio... - Susurró mordiéndose el labio. Las ganas de estar con su nueva amiga y conocerse mejor le estaban matando, pero sabía que en el fondo María tenía razón.

Si quería mantener la amistad viva y que saliese bien por una vez, tenía que escuchar a su mejor amiga.

Bloqueó el móvil sin decirle nada y se fue con María, aún algo arrepentida de no haber hecho lo que realmente deseaba.





; las vidas efímerasWhere stories live. Discover now