XI

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Durante los dos días siguientes, Sabela se esforzó en concretar su plan lo máximo posible con la ayuda esporádica de María. No sabía cuánto tiempo tenían ni cómo de cerca estaban los de la Academia, pero tras un par de noches estudiando mapas y buscando rutas, decidió que la única opción que tenían era salir del país.

– Lo suyo sería que pudiéramos salir del continente, ir a algún sitio como Australia o Canadá. Cuanto más lejos más fácil sería...

– ¿Y luego qué? ¿Escondernos para siempre? – Sabela cerró los ojos y María suavizó el tono. – No sé de qué huimos exactamente, Sabela, pero no podemos vivir escondidas.

– De momento no hay otra opción.

– La desaparición de Natalia ya estará en los periódicos, como poco. Es una familia importante. Además, la policía está tras Alba. No hay ningún aeropuerto que no se haya enterado de esto a estas alturas.

– Puedo utilizar mi ilusión.

– Acabarán encontrando el rastro de la energía. No podemos apoyarnos en tu poder siempre. Si tan sólo pudiera...

– No. – Cortó Sabela. – Aún no. Es muy peligroso.

Las dos chicas se estiraron sobre la mesa del salón. Aquella sería su última noche antes de volver a la carretera, y tenían que darse prisa si querían poder cruzar la frontera de alguna manera.

– Tendremos que pasar a Francia en coche. – Concluyó María. – Tal vez podamos ir al norte.

– Nunca he estado fuera de España... – Murmuró Sabela.

– Yo tampoco, supongo. – María se levantó y se asomó a la ventana. Observó el coche en el que habían venido. – Deberíamos deshacernos de este coche y coger otro.

– Me encargaré de eso mañana a primera hora. Recoged la casa, limpiadla lo mejor posible y deshaceos de las bolsas de basura. Que no encuentren rastro nuestro, como si aquí no hubiera habido nadie.

María asintió y ambas chicas se miraron un segundo. Aquellos días habían sido estresantes, pero al menos habían podido conocerse un poco más. María apartó la mirada y buscó a Alba y a Natalia, que como cada atardecer, estaban echadas juntas en la hamaca del jardín.



– Te prometo que esta noche no me quedaré dormida.

– Albi, has dicho eso cada día, pero es tocar la cama y caer muerta. – Natalia sacó un pie de la hamaca y se impulsó con el suelo, haciendo que se balancearan a un ritmo agradable. – De verdad que no me molesta.

– ¡Pero es que no me quiero dormir! Quiero hablar contigo.

– Ahora estamos hablando. Por la noche puedes dormir.

Aunque la hamaca era doble, Alba se acurrucó más sobre Natalia, que pasó un brazo por debajo de su cabeza y la pegó a ella. Se miraron un segundo, muy cerca, pero Natalia apartó los ojos avergonzada..

– Por la noche quiero hablar contigo también. No quiero desaprovechar las vacaciones.

– No lo vas a hacer. Queda todavía mucho... Muchas sorpresas. Quedan muchas sorpresas.

Alba sonrió y abrazó a la morena con más fuerza, que trató de reprimir el suspiro en su garganta. Cuanto más tiempo pasaba con la rubia, más se daba cuenta de lo obvio. Aquellos dos días habían hablado de todo tipo de cosas. Arte, películas, historia, incluso política. Alba parecía inocente e incluso a veces desinformada en las cosas más lógicas, pero seguía sabiendo muchísimas cosas que Natalia no se imaginaba.

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⏰ पिछला अद्यतन: May 04, 2020 ⏰

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