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A Natalia se le hizo especialmente cuesta arriba esa mañana. Se levantó con el sonido estridente del despertador y se desperezó. Marta no estaba en la habitación, así que supuso que estaría ya desayunando.

No tenía demasiado tiempo, pero aún así se permitió darse una ducha rápida y darle los buenos días a Alba por whatsapp.

Mientras escogía la ropa para el día, pensó en los últimos que había vivido. A penas había pasado una semana desde que conoció a Alba, sin embargo habían conectado de una manera especial y Natalia lo sentía. Tenía ganas de pasar tiempo con ella, conocerla.

Luego pensó en su hermana y en las visiones y bufó, enfadada.

Quería mucho a Elena, pero el hecho de que viese el futuro condicionaba bastante la vida de la familia. Había predecido viajes, notas de clase, relaciones, rupturas, enamoramientos... Entre que no sabía callarse y que sus padres le daban mucha bola, los últimos años de la morena habían sido de todo menos una sorpresa.

En parte se alegraba de que Elena no hubiese predecido a Alba, al menos hasta ahora.

Una rubia que le salvaba la vida. ¿En serio? Natalia se exasperó. No quería creer que fuera Alba, no podía ser.

Se vistió y fue a la cocina a tomar el desayuno. Se encontró a Marta dándole vueltas a un Nesquik con la mirada perdida.

– Buenos días. – Murmuró, sonriendo a su mejor amiga. Ella gruñó como respuesta, levantado la mirada de un punto fijo en la pared para mirarla. Las ojeras asomaban en su rostro.

Natalia tragó saliva, sintiéndose instantáneamente mal.

– No empieces. – Le dijo Marta, leyendo sus pensamientos. – Ayer usé mi poder porque quise.

– Y no has pegado ojo.

– Porque quise. Me gusta cuidar de la gente.

Natalia la abrazó y apoyó su cabeza en la de la morena. Marta cerró los ojos, adormilada.

– Venga, acábate el Nesquik que tenemos por delante cuatro horas de historia de la música contemporánea.

Marta gimió como respuesta, llevándose las manos a la cara y ahogando un llanto en broma. Natalia se rió y se preparó algo de comer.

De camino a la Universidad, las dos compartieron cascos para escuchar música. Natalia se perdió en sus pensamientos, en Alba y en los poderes de su familia y lo diferentes que eran del suyo.

Qué cansada estaba de todo esto.

Marta le cogió la mano y en seguida notó su mente silenciarse. Le embriagó una sensación cálida y se abrazó a su amiga en agradecimiento. Marta era demasiado buena. 

La mañana pasó lenta. Las dos amigas se hicieron compañía silenciosa durante las horas de clase, aunque ambas echaban de menos unas horas extra para dormir. Natalia charló mientras con Alba por whatsapp, pero la rubia parecía estar demasiado ocupada con sus clases como para llevar una conversación fluida.

Cuando terminaron las clases del día, Alba propuso a Natalia ir a la cafetería en la que se conocieron para tomar algo. Natalia emprendió el camino junto a Marta, que se apuntó contenta al plan de su amiga.

Cuando llegaron, Alba ya estaba sentada comiendo una tostada con aguacate. Las saludó contenta con la mano. Natalia sonrió y se acercó a la puerta.

– ¿Vas a hacerle caso a tu madre?

Natalia se giró y miró a su mejor amiga con el ceño fruncido.

; las vidas efímerasOnde histórias criam vida. Descubra agora