Capitulo 6

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— ¡Está despertando! — Escucho una voz demasiado dulce, dejo de sentir bruscamente a esa entidad maligna, mi cuerpo mágicamente deja de doler y puedo abrir los ojos, lo primero que veo es un techo de madera, mi mirada barre el lugar, tres personas me rodean, un hombre y dos mujeres, son jóvenes, todos emanan pureza y paz, como lo que sentí hace unos minutos.

Bajo la mirada y me doy cuenta de que estoy flotando y sigo desnuda, ¿Cuánto tiempo paso?

— Más de dos horas, ¿Qué sentiste? —murmura el hombre, su mirada blanquecina me mira esperando respuestas, frunzo el ceño.

— ¿Por qué debería darle respuestas? — pregunto y él solo pasa por alto mi gran falta de respeto.

— Contesta, niña, ¿Qué sentiste? — Mi mirada viaja a la mujer bajita, al igual que el hombre, su cabello es negro, demasiado brillante, bajo de la fuerza invisible que me mantenía por los aires, miro mi cuerpo desnudo en un espejo cerca, veo un armario y no dudo en ir a él, cuando llego lo abro y busco en el algo decente que vestir, encuentro muchos vestidos todos en color blanco, que para sorpresa de todos combinan con el lugar, ¡Oh, sorpresa, todo es blanco!

Muebles blancos, paredes blancas, ¿Qué falta, paisajes blancos? Me pongo el vestido y miro por una ventana, ¡Otra sorpresa! El paisaje si es blanco, ¿Qué tienen estas personas con el blanco? El cielo es un azul claro tirando a blanco, al igual que el agua de la playa y la arena es blanca.

— Mamá dice que no debo de hablar con extraños. — Digo con una inocencia tan falsa como las extensiones de Diana. — Si me disculpan, me largo de aquí, el blanco me marea, no vendría nada mal una pintada, prueben con el negro o rojo, rojo sangre. — Digo con intenciones de hacerlos molestar. El hombre iré con fuerza.

— Esta chica me agrada. — las mujeres le dan una mala mirada, me miro al espejo unos segundos, el blanco siente bien en mí.

Intento conjurar un portal como lo hice antes, pero nada sucede, quedo como idiota frente a estas personas, vuelvo intentar, pero nada ocurre, tal vez sea una falla... ¡Oh, dioses! Perdí demasiada sangre y... ¡No, yo no perdí mi poder! Me rehusó a creer eso, es posible pero no pudo haber pasado.

— Déjate de juegos niña, ¿Con que derecho haces lo que te plazca en un lugar ajeno? — Murmura la última mujer, a diferencia de los demás, ella se ve un poco más joven y su cabello no es negro, es blanco brillante, sus ojos al igual que la de los demás son blanquecinos, algo parecidos al plateado.

— ¿Quiénes son y aún más importante, por qué no puedo usar mi magia? — Ignoro su pregunta. — ¿Dónde estoy?

— Fácil, ellos son tus antepasados y yo, soy la diosa Luna. — Murmura la mujer más joven, no puedo evitar sentirme apenada de mi comportamiento, anterior. — Y esto, es el lugar donde habitan la mayoría de los pocos druidas existentes, lugar donde provenía aquel druida que mataste sin compasión en aquel callejón, del cual, proviene lo que llamas tu magia.

Agrega molesta, hago un ademán con la mano, restándole importancia e intentando alejar la tensión de mi cuerpo al tiempo que intento explicarme, sin embargo, me lo impide.

— Aquella tarde, lo envié a ti para que te guiara al camino de la luz, estabas demasiado desviada y, lo estas, pero te subestime, eres un ser lleno de tanta maldad, pero a la vez albercas tanta luz en tu interior, la cual es consumida día tras día por esa oscuridad. — Explica con melancolía.

» Él era el mejor en mis filas y... mi hijo, él te traería hacia mí y, te explicaría todo. — Me debería sentir mal ¿No? Mate al hijo de la diosa luna

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