Diecinueve.

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Se había acabado la joda, tenía que volver al colegio. Mis papás y mis hermanos se habían ido a la madrugada para llegar temprano e ir a trabajar.

Por mi parte, Pedro me llevó al colegio como todas las mañanas medio malhumorado por el partido de ayer contra River, que ni siquiera fui para no verlo enojado y enojarme yo.

—Cuidate.—Me dice apenas frena en la puerta del colegio.

—Te amo, anda a dormir.—Sonrío cuando él me da un beso en la frente como siempre.

Bajo con la mejor cara de perro que puedo tener, saludo a mis amigas y entramos para que empiece esta tortura.

Las horas pasan más lentas que caracol con asma y cuando toca el timbre de que terminó el recreo, entro rápido para poner las manos en la estufa. Me estaba muriendo de frío.

—Giuli.—Escucho y me doy vuelta para ver a Julián apoyado en su banco.

—¿Te estás cagando, boludo?—Me río para acercarme a él y veo como se tambalea— ¡Ay Julián no, que me desmayo yo con vos!—Grito y me paso un brazo de él por mis hombros para llevarlo hasta la puerta.

—¿Qué hacen retrasados?—Anto nos señala riéndose.

—Ayudame a llevarlo a rectoría que se me desmaya.—Le digo y ella agarra otro brazo de Juli.

Lo hacemos que se siente en una de las sillas de los preceptores y después de unos minutos estos llegan para ver que le pasaba y llamar a la casa.

Pasaron como 20 minutos y recién pude mirar a la cara a Julián, estaba amarillo como la pared. Se desvanece denuevo y me muero, no puedo ver la gente así.

—Una compañera lo trajo y estaba como medio desmayado.—Escucho como la preceptora explicaba afuera.

—Si, estamos peleando con mi hermana para que quiera desayunar a la mañana pero no podemos.—La voz particular de Gastón se hace presente en la sala y ahora la que se va a desvanecer soy yo.

—Uy, no le dijimos a la de Inglés que estamos acá —Dice Anto, acordándose después de veinte minutos lo que le dije que haga desde el principio—. Ya vengo, eh.

—No seas hija de puta —Susurro, veo como sale cuando la preceptora entra y saluda a Gato—. Juntá todas tus fuerzas y mantené los ojos abiertos, por favor.—Le digo a Julián y este abre los ojos como puede.

—¿No podían llamar a otra persona?—Se enoja el desmayado al ver a su hermano.

Lo mismo pienso.

—Agradecé que te vine a buscar.—Le contesta Gato y me saluda.

—Voy a buscar el registro para que firmen la salida, ya vengo.

—Uh, me tiro otra siestita.

—Si, porfa —Gato le tira la campera en la cabeza al hermano y me mira—. ¿Todo bien?

—Ahora que llegaste vos, no.

—Ah te haces la otra ahora —Se ríe y se acerca a mi—. Con Pepo tendrías que estar enojada, no conmigo —Me dice y yo le hago montoncito—. ¿Te retiro y venis a casa?

—¿Ahora me carteleas tu departamento?—Le pregunto y lo corro más para atrás— No podes retirarme igual, besito.

—No dijiste que no igual.

—Che yo sigo acá, manga de zarpados.—Se queja Julián.

—No va a poder ser, Gasti —Nuestra preceptora llega—. Salen temprano y faltan 20 minutos.

—¿Y si me muero en 20 minutos, Ailén?—Julián se vuelve a quejar cuando lo hago levantarse para que salga de preceptoría.

—Dale, cagón —Se ríe Gastón—. Bueno, espero afuera. Gracias igual, Ailu.—La saluda y la preceptora cierra la puerta.

—¿Momento de irme, no?—Mi amigo se va dando pasitos lentos.

—¿Qué te parece?—Le pregunta Gato y yo me doy vuelta para hacerle seña que se quede en la puerta del aula— Podrías venir después para casa.

—Mmm, tengo cosas que hacer.

—Soltalo a Alles un poquito —Se me acerca y me acaricia el brazo—, te vas a cansar rápido del mismo plato.

—Y vos soltame a mi, Gasti.—Me río haciendo enfasis en el apodo de mi preceptora.

—¿Venís o no?—Me pregunta sonriendome.

—Puede ser que lo piense.

—Eso ya es un si —Dice metiéndose las manos en los bolsillos del conjunto de Lanús, seguramente recién había salido de entrenar—. Igual te voy a decir que no porque después de dejar a Julián voy para tu casa.

—Ah, me estabas midiendo a ver qué te contestaba —Me cruzo de brazos y él asiente—. Andate a cagar.

—Ponete una malla linda, gatita.—Se ríe, yo me voy y alcanza a pegarme en el culo.

—No quiero creer que escuché lo que escuché.—Escuchamos a Julián desde el pasillo.

—Deja de decirme así —Señalo a Gastón y este me guiña el ojo y me tira un beso—. Ahora me vas a tener que llevar a mi casa.—Le digo para esta vez darme vuelta definitivamente e ir hasta donde estaba Juli.

—Planeaba hacerlo.—Escucho como dice Gato antes de bajar las escaleras.

—Butaquera encima. —Me susurra Julián apenas entramos al aula.

—Me van a volver loca ustedes los Lodico.

 Versera Where stories live. Discover now