Cuarenta 7

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pepodlv7 vía instastories.

     

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     gatolodico

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gatolodico

Envío la historia de panchobonfiglio.
vos me estás cargando giuliana?
—15:03
 


Miro el mensaje, suspiro y sin contestarle, bloqueo el celular para volver a la terraza con Pancho a seguir tomando sol.

—Joaco me dijo que está feliz que vengas a casa y que quería saber que tan salidera eras.—Me dice mientras se comía un pedazo de ananá en la boca.

—Ehh, ¿recién llego y ya me quieren mal influenciar?—Pregunto apoyándome en el barandal y mirándolo.

—¿Qué te haces?—Se ríe él y yo le sonrió, camino hasta el sillón donde esta apoyado y acariciando la cara le doy un beso— ¿Estás bien?

—Como odio eso de vos.

—¿El qué?—Pancho me mira directo a los ojos y me agarra como electricidad en el cuerpo de tan solo verlo.

—Que sepas con los otros tontos que me pasa algo con solo mirarme —Digo en tono bajo y él me sonríe—. Creo que se me va a hacer difícil estar sin Pedro.

—Sabes qué acá no estás atada y podes irte hasta ahora mismo —Bonfiglio me corre un mechón de pelo—. En mi caso, estoy contento de que estés acá y no me molestaría buscar la solución para eso.

—No digas eso que en dos minutos lo tenemos acá.—Digo riéndome y él también lo hace.

Terminamos merendando también en la terraza mientras tomabamos sol y después Pancho tenía que entrenarse para llegar bien a los entrenamientos del Villareal por lo que se fue al gimnasio de la casa.
Me tiré un rato a los sillones pero la culpa me consumió y quise probar volver a entrenar como hacía antes con Pedro. Mal no me iba a venir y tenía que empezar a ser independiente de mi hermano de una vez por todas.

—¿Tu papá sabe que estoy acá?—Corro atrás de él secandome con una toalla y poniéndome el perfume de ropa que encuentro en el camino.

—Se perfuma cuando esta toda chivada de entrenar, me muero —Se ríe Pancho fijándose en las cámaras veíamos como el padre llegaba hasta la puerta—. ¿Qué haces acá?—Abre la puerta rápido asustando a su papá y haciéndome reír.

—Fran la puta madre —Este se lleva una mano al pecho y se apoya en el umbral de la puerta—. ¿Cuándo llegaste?

—Hoy a la tarde.—Se abrazan y el papá me ve.

—¡La novia de Franco!

—¡No!—Me quejo y ellos dos se ríen— Basta con eso —Digo recordando cada vez que iba a la casa y él me jodía, haciéndome sentir el doble de mal por meterle los cuernos a Franco Orozco.

—¿Y? ¿Te gusta?—Me pregunta Jose pasando un brazo por mis hombros mientras caminabamos hasta la cocina.

—Si pero es una locura que este pibe tenga una casa para él solo.—Digo y Pancho pasa por al lado mío mirándome mal.

—Por eso hay veces, como hoy, que vengo a supervisar si está vivo o algo —Me comenta mientras abría la heladera—. Pero ahora que estás vos, me quedo un poco más tranquilo.

—Bue, una seguridad tengo con Giuli acá.—Dice Bonfiglio haciendo montoncito.

—Bien que seguro me voy y te tiene pillo.—El papá lo señala y nos reímos. Claramente era verdad.

Después de hacer el almuerzo y la merienda yo, Pancho no me deja hacer nada en la cocina y termino yendome a bañar porque ya daba vergüenza ajena con el rodete, el top y la calza.

Cuando bajo me encuentro con que el hermano había llegado también y me siento un poco más cómoda aunque para una cena familiar, en mi caso, faltarían más personas. Acá son solo tres.

Me gustó porque no tenía que conocer a nadie nuevo, solo actualizarme con Joaco y contarle a Jose las nuevas cosas de Licha ya que en Argentina cada vez que él venía de Olavarría, siempre se reencontraban.

Claramente pensé que la iba a pasar peor, que me iba a sentir mal o triste pero con el pasar de las horas te vas acostumbrando. Tampoco me iba a quedar toda la vida pero tenía miedo de no poder integrarme, cosa que Pancho no dejó que pase. Es tan bueno que me derrite con solo mirarlo este pibe.

No merezco nada de esto.

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