Like that + Kth ✔️

tres: Adiós, señora Yang.

La cena se sintió terriblemente incómoda. Nadie hablaba en la mesa y aunque esto fuera algo normal, se sentía mucha tensión debido a mi estimadísimo tío Taehyung, quién no había dejado de mirarme con bastante ahínco, como si quisiera penetrar mi mente para saber qué exactamente pensaba. Sin embargo, no era tan necesario, pues en mi rostro, apesar de ser inexpresivo, podía notarse mi desagrado de tenerlo ahí en mi delante.

Mi madre siempre había aborrecido que alguno hablase en el comedor, según porque era una falta de respeto. Mi padre y yo a veces, por no decir casi siempre, ignorábamos eso y compartíamos una anímica charla, excepto los días en los que él estaba bastante cansado luego de haber trabajado bastante. Por supuesto, mi madre se molestaba cuando mi padre y yo ignorábamos sus palabras, pero al final ella solo se mantendría en silencio y hasta rara vez intervenía. Supongo que se volvió una costumbre, pero debo admitir que me sorprendió, en demasía, que mi madre empezara la conversación esta vez.

Ella le sonreía cortésmente a Taehyung y este finalmente había apartado su fuerte mirada de mí.

—Cocinas demasiado exquisito, Taehyung—. Mamá le elogió, que si no supiera que acababa de perder a su amado y a quien le dirigía la palabra no es nada más que el hermano, diría que solo le estaba coqueteando. Podía ver en la mirada de mi madre que ella, con cualquier cosa que hacía Kim Taehyung, estaba totalmente fascinada. —¿Dónde aprendiste a cocinar así?

—En Venecia. Supongo que luego de haber estado viajando mucho, tenía que empezar a reducir costos, el cocinar para mí mismo fue una magnífica elección para ello—. 

Soltó con elegancia y su postura volviéndose más confiada. Le vi lamerse los labios, que hizo que prestara atención a su boca y al lunar en la punta de su nariz. Sus facciones, he de admitir, eran muy bonitas y perfectas tal como las de mi padre  Seokjin.

Mi padre siempre fue conocido, muy aparte de sus logros, por su apariencia principesca. Él había sido todo lo que una mujer hubiera deseado, o eso había escuchado de parte de las amigas de mi padre cuando le venían a visitar y ellas se convertían en una especie de tías. Siempre elogiaban a mi padre al decirle que los años parecían sentarle muy bien, cuando en ellas era todo lo contrario.

Había visto sus fotos de joven, también, y sí debía decir que su rostro tan pequeño, simétrico y sin ningún aparente defecto lo hacía más que perfecto ante todos.

Taehyung era casi similar a él. No podía ver algún defecto en él y apesar que tenía un ligero parecido a mi padre, su perfección parecía ser algo extraterrestrial y superior. Nariz recta, ojos grandes de color caramelo, labios delgados de un color rojizo pálido, que ahora cuando se los había lamido, se habían vuelto un poco más coloridos; su mentón era delineado, cejas bastante pobladas, su piel era tan aperlada que parecía brillar y finalmente su cabello oscuro, sedoso y casi largo hacía que se le viera más joven. Su camisa rojiza le quedaba muy bien, e incluso ahora que se había levantado las manguillas para comer con mayor comodidad, podía notar las venas que corrían por sus brazos, como si se ejercitara seguido.  Tenía, también, unos dedos sumamente largos que sorprendía, sinceramente.

—Me alegro que realmente les guste—. Oí que dijo él una vez más. Su voz gruesa hacía que su perfección fuese más perfecta. — Especialmente si parece que a Inna le gustó demasiado.

Me miró en ese momento, y yo sostuve su mirada. Él hacía referencia al hecho que había comido todo lo que había habido en el plato. Sonreí fingiendo y luego borré mi expresión dejando mis cubiertos a un lado.  Me seguí manteniendo en silencio mientras ahora bebía agua, evitando alguna intervención de mi parte para responder a Taehyung. Mis dos acompañantes bebían vino, como si yo fuese una menor de edad y me lo habían prohibido. Amaba el vino desde los quince años, pero en ese momento, en un momento tan desagradable, no me gustaría degustar un buen vino.