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Veintiuno: Confianza

Sostuve todo el dinero. Había sido toda una tortura, pues no querían entregarme una fuerte cantidad de dinero así en efectivo, sino que se ofrecían a darme en cheques o inclusive en depósito bancario. No, no lo quería así. Quería todo en efectivo temporalmente. Yo misma me encargaría de transferir todo el dinero luego de convertirlo en dólares.

Era una fuerte cantidad de dinero, realmente, tanto que tuvieron que confirmar con mi madre, pues después de todo yo apenas había cumplido dieciocho años hacía unos días.  Mi madre, por cierto, dijo que sí, que era consciente de que yo iba a retirar todo el dinero, así que cuando recibí el dinero, solo sonreí. Los fajos de billetes se veían demasiado bonitos, luego me vi obligada a cambiar una gran parte de mi dinero a dólares solo por precaución.

Más adelante, me había dirigido a empeñar todas las joyas de mi madre. Me fijé en la cámara que me enfocaba en la tienda de empeño. Aunque esperaba que fuera una suma exhuberante, no lo fue tanto cuando recibí el dinero. Tantas joyas, pero con un valor bastante mediocre, pero  al menos me estaba sirviendo  de algo, así que tomando el dinero lo metí dentro de mi maleta. Miré a la cámara una vez más y reí hacia ella.

Sé que era una locura y me iba a arder la cabeza si lo hacía. No tenía otra opción e ingresé a una maldita peluquería. Taehyung tenía razón que debía cambiar mi apariencia, pero ¿Dónde lo haría? ¿En un baño? ¿En el aeropuerto? No, tenía que hacerlo antes, así que no me quedó opción que pasar por allí antes de regresar a casa.

Mi cabello pasó a ser amarillo en cuestión de horas en las que podía deducir que Taehyung debía estar perdiendo la paciencia y creyendo que me había fugado. Muchas personas solo me miraban extraño, pero no importó. Solo debían meterse en sus asuntos y ya. Cuando el reloj marcó las ocho de la noche supe que debía irme ya.

La peluquera me había dicho que no me tocara el cabello, pero lo hice, lo amarré y me lo cubrí con la gorra negra. Luego de eso, me acomodé la sudadera que tenía, colocándome la capucha de ella sobre la gorra. Subí al maldito bus que me llevaba a casa apesar de tener dinero, pero solo lo estaba haciendo para perder la paciencia tanto a mí madre como a Taehyung a propósito.

Taehyung debía estar comiéndose las uñas ante la desesperación por no verme llegar, pero cuando giré la perilla de la casa de huéspedes, luego que él me dijera antes de marcharme que me esperaría allí, esperé realmente que lo estuviera ya que la perilla cedió muy rápido. Las luces de mi casa estaba encendidas, pero en la de huéspedes no. No encendí las luces, solo caminé hasta lo que sería la habitación de Taehyung y tiré la mochila lleno de dinero sobre la cama, buscando alguna señal de que él estuviese allí pues no había respondido a mis llamados. No quería llamar la atención al encender las luces de toda la casa, así que  solo  encendí la lámpara de noche al lado de su cama y me tiré en la cama.

Solo tenía que esperar que Taehyung viniera a buscarme, pero apenas me acosté escuché el sonido de un auto acercarse, haciéndome apagar la maldita lámpara tan rápido como un latido. Era consciente que el auto de Taehyung había estado aparcado, así que supe que alguien más era quien venía. Solo esperaba que no fuera el alguacil. Eso sería un gran problema, así que me puse a la defensiva.

Dejando las cosas aún allí, en la cama, me escabullí en la sala de estar, asomándome por la ventana. Las luces azules y rojas iluminaron mi rostro. Maldita sea. Venían por Jungkook estaba segura. Ya había pasado probablemente 24 horas desde que había desaparecido, teniendo en cuenta la última vez que sus amigos le vieron. Era bastante pronto, pues tenía entendido que se empezaba a considerar como desaparición  a partir de las 48, así que supuse que o bien Jungkook tenía algún contacto directo con el alguacil, o bien venía por otra razón.

No fue ninguna sorpresa ver a Kim Namjoon bajar del auto y caminar hasta la puerta de mi casa. Observé todo con detalle. Si preguntaban por mí, mi madre les diría que me había ido de la casa. ¿Eso no me haría una sospechosa?