Capítulo 12

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Capítulo 12

_ Que sea lo que Dios quiera…_ susurró para sus adentros cuando entró en su habitación y caminó hacia la ventana. Amaba desde niña esa vista y en ocasiones le llenaba de tanto ánimo.

Luego se acostó en su cama y se encerró en esos pensamientos que llegaban a su cabeza. ¿Cómo podía seguir aferrándose a una esperanza vacía? ¿Cómo podía seguir preguntándose si sus corazones se conectarían algún día? ¿Si seguir creyendo en lo imposible era como buscar un trébol de cuatro hoja, por qué ella a veces se sentía que buscaba algo que jamás encontraría? 

Eso era todo lo que estaba sintiendo dentro de su corazón. Sintiendo las advertencias de que tuviera cuidado, al mismo tiempo en que una parte de ella sentía que caminaba en la oscuridad con lágrimas en los ojos. Sintiendo que realmente uno no sabe lo que es el amor hasta que alguien, queriendo o sin querer, rompe lentamente el corazón de uno. 

Simplemente era consciente de que el amor no tenía razón, no tenía principio ni final. No tenía rima ni razón, como el final de la historia escrita en un libro. Y siempre podía llevar a como descubrir cómo se rompe un corazón y ella sabía que al aceptar aquella invitación, estaba cruzándose con aquella respuesta que quizás no estaba preparada para escuchar todavía.

La noche llegó, mientras ella se terminaba de arreglar. Steven había dicho que pasaría por ella, por lo que esperaba que él llegara.

_ Luces hermosa…
_ Gracias mamá… ¿Qué hora es?
_ No te preocupes. Él debe estar por llegar…

Respiró profundamente.

_ No sé cómo pude hacerle caso a Adrianne… ¡Por Dios, parezco una adolescente!
_ Porque sabes que es lo mejor…Y porque sabías que ella tenía la razón… Y no eres ninguna adolescente. Eres una mujer realmente hermosa.

Hizo una mueca con la cara. 

_ Luces hermosa… Le encantaras. Y de seguro te dirá algo…_ dijo al ver cómo su hija se miraba por última vez.

En ese instante, alguien tocó el timbre de la casa. El corazón de Emily saltó, sabiendo que era Steven.

_ Yo abriré…_ sonrió emocionada su madre, mientras ella se volvía a preguntar si hacía lo correcto.

Así hizo, mientras se terminaba de colocar una chaqueta gris y se decía con más confianza que fuese a suceder lo que dios quisiera. 

Bajó hacia donde Steven la esperaba. Realmente él estaba muy guapo. Su corazón volvió a inquietarse y a latir como si dentro de él hubiese un tambor.

_ Buenas noche… Perdona si te he hecho esperar un poco.
_Buenas noche, Emily… No, no me has hecho esperar._ dijo al contemplarla. Y Emily no era ciega para observar como él la miraba. Pero en algo no se equivocaba y era en que no quería hacerse ilusiones.

Se despidieron de la mamá de Emily, quien los miraba con esa picardía que ella no podía ocultar. 

Al llegar a su casa, él le invitó a pasar cortésmente hacia la sala. 

_ Toma asiento… ¿Quieres algo de beber?_ le preguntó algo nervioso. Emily pudo contemplar que era algo que tenía tiempo sin hacer. Es decir, llevar a una mujer a su casa.
_ Hmmm… Sí.
_ ¿Qué te gustaría beber? ¿Licor, agua, una bebida gaseosa o un jugo?

Sonrió. Fue algo que salió tan natural en ella. 

_ El licor es mejor dejarlo para la cena… Un vaso de agua estará mejor.
_ ¿Segura?
_ Sí…

Lo vio caminar hacia la cocina, mientras ella se sentaba en su sofá, admirando su casa. En realidad era hermosa. Y le encantaba la decoración que tenía. Tenía un muy buen gusto, admitió para sí Emily.

Pronto descubrió que él también estaba algo tenso. No tan solo ella. Steven la entregó aquel vaso de agua, se sentó un momento cerca de ella, agradeciéndole una vez más el que le hubiese aceptado aquella invitación. 

Pronto se encontraron en aquel comedor. En su mesa preparada para aquella cena para dos. 

_ Es una receta de familia… Espero que te guste el salmón._ dijo cuándo servía aquella mesa en frente de ella.
_ Déjame ayudarte…
_ No, eres una invitada y te he pedido ya que tomes asiento…
_ Es que…
_ No hay nada de “Es que”… ¿Te gusta el vino?
_ Sí…_ dijo al darse por vencida.
_ Ok…

Steven colocó una cesta de pan en medio de la mesa. A su vez que sus platos. 

_ Buen provecho…_ dijo al tomar su asiento, después de servir.
_ Buen provecho…

Mientras tomaban sus cenas, comenzaron a hablar de cosas triviales. Ninguno de los dos quiso hablar de los motivos que habían impulsado a Steven a invitarla a cenar en su casa. Era mejor así, era algo que pensaron ambos. 

_ Eres un buen cocinero…_ le dijo Emily con una sonrisa.
_ Gracias…_ dijo, mientras recogía los platos de la mesa y los llevaba a fregadero.

Emily se levantó en ese instante y se colocó detrás de él.

_ Déjame hacerlo a mí, no me hagas sentir incómoda…
_ Emily…
_ Por favor…_ le dijo en un tono de súplica. 
_ Perdóname, no quería hacerte sentir incómoda.

Era una cena de amigos, no de dos enamorados, por lo que Emily necesitaba sentirse útil. En vez de ser un títere de pie.

Steven la ayudó a secar los platos, hasta que culminaron y regresaron a la sala de su casa.

En aquel instante Emily realizó un pequeño movimiento. Echo hacia atrás el caprichoso cabello que le tapaba la oreja derecha, pero, por alguna razón, no la izquierda. Justamente aquel mismo gesto que realizaba Leah cuando hablaba con él, de algo importante. Emily lo miró observarla como si los recuerdos hubiesen traído a su memoria algún triste recuerdo. 

Steven se levantó del sofá en donde se habían sentado. Caminó hacia las estanterías que tenía de un lado a otro en la chimenea. Emily lo vio detenerse allí y observar aquellas fotos que él tenía en aquel lugar. 

Ella se puso también de pie y caminó hacia donde él se encontraba. Y entendió con un dolor en el corazón lo que había motivado aquella actitud en Steven. Fue para ella como una especie de estocada mortal a su corazón. 

_ ¿Las tomaste tú?_ dijo antes de ver la que él veía en especial. Hasta haber preferido no decir nada. Era ella. La mujer que él seguía amando en su silencio y en su soledad.
_ Sí… Es una colección de fotos tomada por mí junto a mi familia y amigos…_ Emily pudo sentir su dolor a través de aquellas palabras.
_ Son preciosas…_ hizo que miraba a su reloj. No, no podía seguir mintiéndose como tampoco podía seguir en aquel lugar por más tiempo. Ni mucho verlo así, con ese dolor interno, sin poder abrazarlo_. Steven, ha sido una noche maravillosa. Gracias por la invitación… Pero… Ya me tengo que ir… Mañana debo levantarme temprano. Y debo revisar unos trabajos que aún me faltan revisar.
_ Sí, tienes razón… Es algo tarde…_medio sonrió.

Aquel era el Steven que ella amaba. Un Steven herido que no le permitiría consolarlo ni dejarle hacerle ver que la vida continuaba. Era triste verlo, pero era cierto lo que tanto se había dicho en silencio: “Él aún no está preparado para amar a alguien de nuevo, aunque se sienta cómodo con alguien como tú”. No era ninguna tonta para saberlo o darse cuenta.

Tú Puedes Salvarme (2do libro)Where stories live. Discover now