¿QUÉ RAYOS SUCEDE?

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Esa mañana Ronald Weasley despertó con una gran sonrisa en el rostro, había pasado una de las noches más maravillosas junto a la mujer de su vida, su esposa Hermione Jean Granger y eso era algo verdaderamente increíble.

Desde que se casaron no tenían tiempo de estar juntos, ella se pasaba atendiendo pacientes en San Mungo mientras él era enviado junto a Harry a distintas misiones por parte del ministerio, además el extraño comportamiento de su amada no ayudaba mucho.

Todos su intentos de estar a solas con Hermione habían fracasado, la comida, las rosas, todo... pero ahora parecía que todo había quedado olvidado, la pelea de la noche anterior le parecía tan lejana que solo sonreía por los recuerdos de la forma tan hermosa en qué expresó su amor a la castaña.

La amaba desde que eran unos niños, desde el primer día que entró a Hogwarts la había amado y sufría inmensamente al pensar que solo le veía como un amigo, pero no era así. Hermione le amaba con la misma intensidad, ahora era suya y le pertenecería hasta la muerte, porque ningún poder en la tierra podría separarlos mientras hubiera confianza, honestidad y amor ente ellos.

Se vistió para ir al trabajo y bajó a la cocina donde ya le esperaba un sabroso jugo de naranja, hacía algunas semanas que Hermione había sustituido el jugo de calabaza de los magos, por aquella sustancia muggle que sabía tan bien, "había que admitirlo" pensó Ron.


—Delicioso amor —elogió tras vaciar su copa de un solo trago—. Como todo lo que tú haces.

—Te amo, mi cielo —susurró la castaña abrazándolo por la espalda—.

—Yo también hermosa, demasiado. ¿Nos veremos en el almuerzo?

—Lo dudo, tengo unos pendientes en la oficina que será mejor que arregle cuanto antes o se me acumularán muchas cosas.

—Bien.

—Pero no te enojes amor...

—No me enojo —suspiró tratando de contener su explosivo carácter—. Te comprendo, mi vida.

—Mil gracias, amor.

—Eres la mujer más bella de todas, ¿lo sabías? —habló al tiempo que la besaba en los labios con ternura—, y te amo así como eres, así, simplemente hermosa.

—Yo también te amo, Ronald Weasley.

—Debo irme, entonces no queda de otra que vernos hasta la cena, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —aceptó Hermione guiándolo hasta la salida—. Aquí estaré para esa hora, te amo.

—Igual, linda.


La puerta del departamento se cerró y Hermione Granger dio un gran suspiro, revolviendo aún más el alborotado cabello con una mano. Su vida era un verdadero caos y lo sabía, regresó a paso lento hasta el comedor y se sentó con la cabeza sobre las palmas, mirando sin apetito el enorme vaso de jugo frío.

No tenía trabajo, había pedido con anticipación el día libre para solucionar la vida de cierto rubio que estaba en su casa. ¿En su casa? Cierto, ahora lo recordaba, el mismísimo hurón estaba dormido en el cuarto de invitados y la había besado, ¡qué ironía!

Suspiró hondamente y comenzó a trazar formas en el vaso húmedo por lo frío de la bebida y se sobresaltó en gran medida cuando una voz habló a sus espaldas.


—¿Serías tan amable de explicarme que rayos sucede aquí?

—¡Malfoy!

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Where stories live. Discover now