DE NOTICIAS INESPERADAS Y PLANES DESCABELLADOS

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Cuando Narcissa Black vio llegar a su dragón sosteniendo con firmeza a la hija de muggles se quedó boquiabierta y no porque su hijo tuviese tantas consideraciones con la joven, eso le importaba bastante poco a decir verdad sino porque la castaña se encontraba bastante lastimada. Se preguntó cómo sería posible que la amiga de Harry Potter se encontrara en ese estado y que el mismo Draco fuese quien la estuviera ayudando.

De inmediato los elfos de la casa ayudaron al joven a curar a la mujer. Hermione se limitó a guardar silencio. Estaba en contra de la esclavitud de los elfos domésticos y pensó que hablaría con el rubio más adelante, pero por el momento solo dejó que la ayudaran con sus heridas. La madre de Draco le ofreció un poco de té mientras Draco conversaba acaloradamente con Swan en la habitación contigua. 

—¡Quiero que pague, Swan! ¿Cuento contigo?

—Sabes que cuentas conmigo, Draco —aseguró el hombre—. Pero debes calmarte justo ahora, tú actitud no ayudará en nada a la señora Weasley.

—Granger, Swan. GRANGER. No lo olvides.

—A la señora Granger... —corrigió el hombre en un suspiro.

Draco respiró hondo y cerró los ojos por un momento, realmente el abogado tenía razón. Hermione no necesitaba verlo tan alterado, además, la castaña se encontraba más preocupada por Ginny que por ella misma y Draco quería complacerla yendo de inmediato a donde la pelirroja se encontraba. De tanto pensar el estómago ya le dolía. Su madre era la más interesada en encontrar a Ginny, solo esperaba que la mujer no fuese a cometer una locura. Hermione sufriría mucho al presenciar un enfrentamiento entre su mejor amiga y su madre, y Draco sufriría junto a ella.

Draco aún creía en Ginny y realmente esperaba no haberse equivocado al apoyarla. Deseaba saber cuál había sido el motivo lo suficientemente poderoso para que la menor de los Weasley abandonara a su padre, el hombre al que juraba amar y por el que dijo que lucharía.

—¿Todo en orden? —Cuestionó en el tono más normal posible cuando regresó junto a las mujeres más importantes de su vida.

Narcissa asintió al tiempo que dejaba la taza de té tan llena como al comienzo sobre la mesa cercana.

—Insiste en que nos vayamos pronto.

—Estoy bien —aseguró poniéndose de pie con algo de brusquedad—. Agradezco todas sus atenciones, Naricssa... de verdad, pero... debemos irnos ahora.

El tono suplicante y la mirada triste de la mujer calaron el corazón de Draco quien asintió de inmediato.

—De acuerdo, llévanos con Ginny.



Ginny tenía bastantes días sin noticias de su mejor amiga. Las cosas con su hermano sí que empeoraban cada día más. Así que entendía la situación y trataba de no dar lata a la mujer, y hacer todo lo que ella le ordenó como médico. Sin embargo, el embarazo de Ginny no era fácil. Recién había salido de los primeros tres meses y al parecer la amenaza de aborto ya no existía. Ella esperaba salir bien de todo aquello porque realmente quería tener a ese bebé. Ella amaba a Lucius Malfoy con cada parte de su ser y lo que la mantenía firme y de pie era el fruto de su amor, aquel hijo por el que ella lo estaba dando todo.

Mientras el padre de su bebé estuviera vivo... ella podría respirar tranquila.

Bebió la cápsula correspondiente junto a un batido alto en proteínas que Hermione le dejó y se dispuso a ir hacia la sala para ver algo de televisión. Por el momento quería olvidarse un poco de los problemas y centrarse en su embarazo, el cual ya se notaba. Sí que sería un bebé grande. La pequeña curva resaltaba en el cuerpo esbelto de Ginny, quien mostraba un rostro algo más rellenito para gusto de su mejor amiga, pues con todos los problemas de Lucius y Harry había desmejorado bastante, pero siguiendo un buen régimen de alimentación y tomando todo cuanto Hermione ordenó, se recuperaba bastante bien.

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora