Capítulo 53

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La suavidad y la calma con que la mano de Camila tocó la puerta contradicía totalmente lo que ella sentía por dentro. El médico le había dicho que su madre había enloquecido y que una dosis fuerte de calmante había sido necesaria para tranquilizarla y que, a pesar de intentar descubrir, la mujer jamás reveló el factor que le había dejado de esa manera. Ella sólo quería hablar con Camila y, por esa razón, la clínica decidió contactar a la chica. 

Cuando ella no obtuvo respuesta al tocar por segunda vez ella decidió abrir la puerta, viendo a su madre recostada en la cama, mirando la pared con la mirada vacía. Camila respiró hondo y giró la cabeza hacia Lauren, sintiéndose levemente más tranquila al ver a su novia enviarle un beso en el aire mientras acariciaba la espalda de Judie, que dormía en su regazo, teniendo la cabeza apoyada en su hombro. 

-Ve, te espero aquí en la puerta. - Lauren susurró y Camila asintió, entrando en el cuarto en el momento siguiente. Lauren se quedó mirándola desde la puerta a medida que la menor se acercaba cautelosamente a su madre. 

- ¿Mamá? - Camila llamó, parando al lado de la mujer. La misma pestañeó lentamente, con la boca ligeramente inclinada hacia el lado, una típica señal de que ella estaba realmente dopada. La mujer lentamente miró a su hija, haciendo que la chica se sorprendiera al ver los ojos profundos y rojizos; había un rastro de lágrimas en su rostro y la chica se dio cuenta de que su madre estaba llorando en silencio.

- Oye... ¿Qué pasa, mamá? - preguntó, sentándose rápidamente en la cama al lado de su madre y acariciando su cara. La mujer parecía sin rumbo, atrapada en su propio mundo, como si sólo estuviera allí por obligación. 

- Yo... lo maté, ¿No? - Su voz no fue más que un murmullo, haciendo que Camila abriera la boca sin reacción al oír aquello. 

Allí era su madre. Sin los síntomas de su enfermedad, porque la mujer habría echado la culpa a algún demonio que invadió su cuerpo o en espíritus malignos, pero no, la persona delante de ella había preguntado si ella era la culpable de la muerte de su hermano. La más joven sintió que su corazón se comprimía en su pecho, su madre lo había recordado.

- No estabas bien... 

- Quiero oír un sí o un no. - La mujer la cortó seriamente, mirando con el mayor dolor existente en su pecho para su hija. - ¿Fueron mis manos las que apuñalaron a mi hijo? - Camila no quería contestar esa pregunta. Su madre no estaba bien cuando había hecho aquello, pero de hecho había sido sus manos las que ejecutaron el crimen. 

Los ojos marrones de la más joven buscaron los de su novia, que de lejos la miraba con cariño en la mirada. Camila se mordió el labio inferior y suspiró, girándose nuevamente hacia su madre.

- Sí, mamá. - Dijo con profundo pesar. -Sólo que... - Un llanto agudo le perforó los oídos, impidiéndola de intentar hablar, haciéndola intentar sostener las manos de su madre para intentar calmarla, pero la mujer no le dio espacio. A pesar del fuerte efecto del calmante, Sinuhe lloraba alto, con los ojos cerrados mientras su cuerpo temblaba; el color morado ya rellenaba el tejido de su piel y las venas ya estaban saltadas. 

Camila quería poder hacer algo, pero su madre estaba visiblemente alterada. Ella miró a su novia, pero vio a la chica alejándose de la puerta del cuarto para que los gritos no despertaran a Judie.

--Mamá, por favor... - Camila pidió, viendo a la mujer llorar aún más alto. 

- ¡V-vete de aquí, Camila! -La mujer dijo con dificultad, pues lloraba fuerte. - ¡S-sal, por favor, h-hija! - Pidió, hundiendo las manos en su cara para ahogar los gritos de sufrimiento. 

-No puedo dejarte así, mama. - Camila dijo, conteniendo el llanto al ver a tu madre empujarla.

-No te merezco como hija. -Ella gritó. - Merezco morir. ¡Vete de aquí! -Gritó, y volvió a taparse la cara con ambas manos. Camila disimuladamente enjugado una lágrima de su cara, que no resistió a caer. Ver eso le estaba proporcionando un dolor desgarrador. Era como revivir el momento de la muerte de su hermano. 

-No digas eso. - Camila insistió. 

- ¡Fuiste arrestada por mi culpa! -Escupió las palabras, sorprendiendo a su hija. - Deberías odiarme. ¡Sal! - Gritó, llevando la mano al pecho y negando con la cabeza.

- ¿Señorita? - La voz masculina hizo que Camila desviara la atención hacia la puerta en el momento en que la oyó. - Está desestabilizando las emociones de su madre y eso podría dañarla. Realmente necesito que se vaya. - Pidió amablemente. - Al menos hasta que se calme. 

Camila asintió tristemente, levantándose de la cama con el corazón roto. Sus ojos transmitiendo a su cerebro que su presencia hacía daño a su propia madre. 

- Te amo, mamá, no te odio por algo que ni siquiera es culpa tuya y no puedes controlarlo. - Ella dijo. - Pero tarde volveré a verte. -Habló, decidida a pasar la noche allí si fuera necesario, pero tenía la necesidad de hablar con su madre otra vez.

Fue cuando salía de la habitación que sus ojos vieron aquella misma revista tan conocida por Camila, ya no tan nueva, tirada en el estante al lado de la salida. Su ficha, de repente, cayó, haciéndola correr hacia Lauren sin mirar nada más. 

La mayor, al avistar a Camila corriendo hacia sí casi derrumbándose, apenas abrió uno de los brazos, sosteniendo el peso de Judie apenas con el otro. Unos segundos después ella sintió un leve impacto contra su cuerpo, abrazando fuertemente a su novia, que en ese momento ya no resistió, llorando sin pudor alguno, pero bajo, todo para no despertar a su niña.

- Shh... - Lauren dijo, acariciando la espalda de su novia y sintiendo las lágrimas calientes tocar su cuello. -Va a estar bien, amor... - Susurró, oyendo pequeños sollozos escapando de los dulces labios de Camila. 

-Ella no se acordó... - Camila dijo entre el llanto. - Pensé que lo recordaba, pero fue sólo este maldito lugar el que no administró las revistas y dejó que cayera en sus manos. -Se quejó enojada, llorando bajito. - Ella no lo sabía y aun así supo que no fui yo... Supo que fue ella, Lo... -Explicó entre el llanto. - Ella confió en mí, cuando nadie más lo hizo...

- Amor... - Lauren murmuró, manteniendo la caricia en su espalda mientras sostenía bien a Judie. Su brazo ya estaba dolorido, claro, después de todo Judie no pesaba apenas cinco kilos para ser fácil de mantener en uno de los brazos, pero a ella no le importó, consolar a su novia era más importante. -No llores, por favor... Mira, las cosas se arreglarán. -Dijo dulcemente. 

- ¡Perdón! -Camila murmuró en un hilo de voz, llorando aún más. - Es que... verla así me destruye. - Explicó. - Ella no tiene culpa. No lo hizo queriendo. No es justo... - Desahogó el dolor de años reprimido en su pecho. - No es justo que alguien tan bueno como ella tenga que sufrir así.

Lauren no dijo nada, sólo decidió dejar que Camila se desahogara, lo necesitaba. 

Cuatro horas después un suave beso fue dejado en la frente de su novia, haciéndola moverse asustada y mirar a Lauren confundida. Ellas se habían sentado en el banco más cercano de allí: Lauren con Judie en uno de sus hombros y Camila en el otro y acabaron durmiendo. Mejor dicho, Camila se quedó dormida, Lauren no pudo pegar un ojos. 

- Heey... ¿Adónde vas? - Camila preguntó con la voz ligeramente más ronca debido a que dormía.

- Cuida de nuestra niña, abrázala fuerte y vuelve a dormir. -Pidió delicadamente al colocar a Judie en el regazo de su novia antes de inclinarse y dejar un suave beso en la frente de la niña y otro tan suave en Camila, pero en los labios. -Yo sólo voy al baño y ya vuelvo. 

La menor apenas acordó con la cabeza, cerrando los ojos al momento siguiente. Lauren sonrió ante la visión de la persona que más le dio cariño en la vida después de su abuelo y sus amigas Normani y Dinah. Tal visión sólo confirmó aún más la decisión que había tomado: intentaría arreglar las cosas y, al ver de lejos la puerta de la habitación de Sinu entreabierta no pensó dos veces, sólo caminó hasta allí.

Presa Por Casualidad - Camren [Traducción]Where stories live. Discover now