Capítulo 43

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Pasaron varios días desde la visita al laboratorio de Miriam y Arturo, desde que este último decidiera que quería divorciarse.

Melisa había hablado, al menos, durante media hora diaria con el profesor, aunque debido a las obligaciones de ambos no se habían podido ver.

La contable cada vez estaba más contenta en la gestoría donde había empezado a trabajar después de ser despedida del banco. Poco a poco le iban dando más responsabilidades, lo cual le encantaba. Y había una chica, Carla Rodríguez, con la que se llevaba muy bien.

Carla no era una simple compañera. Era la dueña de este negocio. Tenía cinco años de edad más que Melisa, pero le había cogido mucha simpatía.

Durante esos días Carla había estado bastante tensa. No le había dicho nada a ninguno de sus empleados, pero desde cierto banco le estaban solicitando un contable que tuviera ciertas nociones de italiano para un trabajo puntual.

El banco con el que estaba teniendo contacto la dueña de la gestoría solía hacer esto. Cuando andaba corto de personal de algún tipo, recurría a ellos o a negocios muy similares del entorno. No era nuevo para ella tener que prestar este tipo de servicios a bancos con distintos nombres.

Sin saber bien cómo habían llegado a aquella conversación, Carla terminó contándole el problema a Melisa.

_Carla, si te ves en un apuro, quizás yo podría hacer algo. Estoy estudiando italiano en mi tiempo libre. Quizás podría servirte de ayuda en este asunto.

_Estaría muy bien. Le mandaré a Javier tus datos.

Melisa sintió un escalofrío. Creía saber a qué banco, sucursal y persona se estaba refiriendo.

Empezó a preguntarle sobre el tema.

A Carla le dio curiosidad por saber de qué le sonaba a ella todo aquello. Fue entonces cuando le contó lo que le había sucedido en su anterior trabajo.

_Entiendo la mala situación por la que has pasado. Comprendería que, siendo este banco con el que tenemos que tener tratos, no quieras mantener tu ofrecimiento. No quisiera que te tuvieras que volver a ver envuelta en todo eso.

Melisa se quedó pensando durante unos minutos en las palabras de su jefa.

_Carla, no quiero volver a tener relación con Javier. Pero soy profesional. – Dijo la contable encogiéndose de hombros. – Este es mi trabajo y lo voy a hacer lo mejor que pueda.

Su jefa sonrió.

Aunque Melisa estaba dispuesta a hacer ese trabajo, el cual no era obligación suya, no quería que estuviera sola ante el peligro que podía suponer estar con Javier durante más tiempo del necesario. Por este motivo, iría con ella.

_Ante todo está la seguridad de mis empleados y que estos estén bien. – Afirmó Carla. – No te dejaré sola. Iré contigo.

_Pero, ¿qué les vas a decir para ir las dos? No les va a hacer gracia que estemos las dos en medio de sus acuerdos.

_No te preocupes por eso. Ya se me ocurrirá algo. Sobre todo, no te voy a quedar sola con él. Me gusta proteger a las personas que trabajan para mí.

_Pero si habrá gente a su alrededor. Ya sabes, los italianos.

_Aun así. Quiero minimizar todos los riesgos que se me ocurran. Es mi última palabra. Iremos las dos juntas o no irás.

_Está bien, está bien.

Al terminar su jornada laboral, Melisa llamó a Nuria para contarle lo que estaba pasando en su trabajo.

La amiga de la contable no se podía creer el nuevo giro que había dado su vida. Parecía que desde que había vuelto a Cáceres, su ciudad natal, no había forma de que esta estuviera tranquila.

Realmente estaba muy arrepentida de haber organizado aquella cita entre su ex jefe y ella. Pero ya no podía hacer nada a ese respecto.

Había aprendido la lección y no volvería a meterse de esa manera en su vida. Se dedicaría a aconsejarla lo mejor posible, pero siempre desde la distancia.

_¿Vas a hacerlo? – Le preguntó Nuria. – Tuviste muchos problemas con Javier. Perdiste tu anterior trabajo por él. ¿En serio vas a ayudarle?

_A él no, Nuria. Al menos, no directamente. Si puedo echarle una mano a mi jefa, he de hacerlo. Si de camino he de ayudarle a él, ...

_Melisa, no puedes seguir siendo así. Terminarás pasándolo mal. Imagínate que intenta malmeter en tu nuevo trabajo, que se inventa cualquier cosa. No sé, como poco puede decir que haces mal tu trabajo.

_Mi jefa vendrá conmigo. Por eso no hay problema.

_¿Estás segura de eso?

Melisa asintió. No creía que fuera a pasar nada. Si no fuera así, no hubiera aceptado hacer este trabajo.

Entendía la preocupación por su seguridad, pero no podía echarse atrás.

La contable tenía dudas de si debía contarle esto a Arturo o no. Sabía que estaba liado con su divorcio y que no le agradaría saber que tendría que tener contacto de nuevo con Javier.

Tras mucho pensarlo, decidió llamarle y contarle este asunto. Sabía que se enfadaría si no se lo decía.

Le llamó después de hablar con Nuria.

_Arturo, ¿podemos vernos esta tarde? Tengo algo que contarte y no creo que te guste.

_Claro. Sabes que no rechazo verte. Pero, cuéntame, ¿qué ha sucedido?

_Será mejor que te lo diga en persona. No creo que te vaya a gustar lo que voy a hacer.

_Está bien, pero ven tú a mi casa. Siempre voy yo a la tuya y no me parece bien que estés siempre cuidando de mí. – Bromeó.

_Está bien. ¿A qué hora quedamos?

_¿Te parecería bien a las seis? No es muy temprano ni muy tarde. Te dará tiempo a descansar.

Melisa aceptó. Había sido un día un poco complicado en lo que a las emociones se refiere.

El corazón de un profesorTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon