XX

4.7K 693 24
                                    

La maldita tarde de la boda llego y ataviada con un hermoso vestido y acompañada por mi tío, me dirigí al altar para unir mi vida a la de un hombre al que no era capaz de mirar a la cara.

La boda fue más que intima, tan solo contamos con la presencia de mis tíos, el capitán Whats, el conde Valton, un par de conocidos de Luis y por supuesto el padre que nos casó. Aun siendo una boda discreta y pactada todos insistieron en celebrar un gran banquete en el que tanto Luis como yo bebimos más de la cuenta intentando soportar aquel calvario.

-Luis se va aquedar pasmado cuando te vea.- canturreaba mi tía mientras me cepillaba el pelo.

Nos encontrábamos en la habitación que habían preparado para nuestra noche de bodas. Hacia un momento había pasado el peor rato de mi vida cuando mi tía se había propuesto explicarme qué es lo que sucedía entre un hombre y una mujer en la intimidad de la habitación. Era cierto que no era del todo ignorante, algo había podido deducir tras mi estancia con los tretu, no obstante la realidad que mi tía me explico parecía horrible. Yo estaba aterrada, pero mantenía la esperanza de que nada sucediera ente nosotros, al fin y al cabo aquello no era un matrimonio de verdad. Mi tía se marchó y al poco rato un Luis desaliñado y algo ebrio entró en la habitación. No podía recriminarle nada, yo tampoco estaba en mis plenas facultades.

-No tenemos que hacer nada.- le dije poniéndome en pie y siendo consciente de que veía todo con demasiado brillo.- Esto no es un matrimonio real.- Él me miró de arriba abajo y se quitó la camisa mientras se acercaba lentamente a mí.

-No pienso dejar que anulen nuestro matrimonio... eres mía.- Su tono de voz era desesperado y melancólico.

Me agarró con fuerza de la cintura y me besó con brusquedad, yo intenté resistirme, bueno, no mentiré, no, no intenté alejarlo de mí. El recuerdo de nuestro anterior beso nada se parecía a este, en el que sentía que los dos buscábamos una respuesta en el otro. Y nos dejamos llevar hasta tal punto, que antes de ser consciente de lo que estábamos haciendo ya nos encontrábamos tendidos uno sobre el otro en la cama y ¡completamente desnudos!

-¡Luís! ¡Luis para me duele mucho!- dije al sentirlo en mi interior. Él parecía desconcertado y tan perdido como yo, pero no paro de inmediato. Apretó con fuerza sus manos, las cuales mantenía entrelazadas con las mías y pareció hacer uso de todo su autocontrol para separarse de mí y sentarse en el borde de la cama. Yo estaba un tanto dolorida y enfadada, la verdad es que había disfrutado, bueno, hasta que en el último momento un agudo dolor me invadió y ahora me sentía estúpida y ¿sucia?.- Ya hemos cumplido, no puedo anular este matrimonio- Dije con brusquedad.- Pero ten por seguro que no volverás tocarme.- Añadí tapándome con las mantas. Los hombros de Luis se tensaron y giro su rostro hacia mí. Y me estremecí... Luis estaba, ¿estaba llorando? Sabía que mis palabras habían sido exageradas, mi tía me había avisado que las primeras veces podían ser dolorosas, pero como de costumbre no fui capaz de controlar mi lengua. No obstante, no comprendía la respuesta de Luis. El cual se vistió con rapidez y salió de la habitación con lágrimas todavía en su rostro.

Lo que las apariencias esconden (3° Libro  Saga VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora