XXI

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-Oh querida...- dijo mi tía volviendo a abrazarme.- Siento que tengáis que partir tan pronto, pero ahora eres duquesa tus responsabilidades están en otra parte. – Yo correspondí a su abrazo y me giré para despedirme de mi tío.


-Tío...- las palabras se atragantaron en mi garganta. Pero el pareció comprender todo lo que yo deseaba decirle.


-Eres una mujer extraordinaria Camille. – Se acercó a mi oído y me susurró.- Realmente espero que des una oportunidad a tu matrimonio... sé que no se ha dado como hubieras deseado, pero Luis es estupendo. – Yo la mire incrédula, ¿aquellas eran las palabras con las que mi tío se despedía de mí? Estaba dispuesta a preguntarle pero fui interrumpida.


-Tenemos que embarcar, ya solo faltamos nosotros.- Luis se despidió de mis tíos y ambos cruzamos la pasarela.


Cuando la distancia me impidió distinguir a mis tíos me volví hacia Luis. Ahora él era lo único que tenía, y eso no me gustaba. Desde la noche de bodas no habíamos vuelto a hablar, y casi que no nos habíamos visto. Fue mi tía la que una semana después del enlace me comunicó que partiríamos casi de inmediato en uno de los barcos más veloces que existían. Aquella noticia me alegraba, así la travesía sería más breve, pero al mismo tiempo aquello quería decir que la partida era inminente. Las prisas habían sido tales que no pensamos en la necesidad de llevar a una doncella con nosotros, ni siquiera había cambiado mi vestuario por uno apropiado para una mujer casada, y menos por el de una duquesa.


-Vamos, te llevaré al camarote.- En silencio seguí a Luis hasta que se paró frente a una puerta y la abrió.


Entre en la habitación, era más amplia que la que había compartido con Marta en la anterior travesía, estaba mejor amueblada y tenía una cama más grande.


-Puedes irte.- Dije con severidad.


-¿Y a dónde se supone que debo irme?-Respondió. Ingenua de mí, pensé que ese sería un camarote solo para mí, pero eso no habría tenido sentido teniendo en cuenta que estábamos casados y que habíamos conseguido hueco en el barco casi de milagro. Luis pareció comprender que necesitaba estar sola.- Iré a dar una vuelta por el barco.


Cuando escuche la puerta cerrarse me dejé caer sobre la cama y cerré los ojos con fuerza, no debía llorar, no podía hacerlo. En cualquier momento volvería Luis y debía mostrarme fuerte. Estaba cansada, apenas había dormido en la última semana y pareció que el vaivén del barco fue el somnífero que necesitaba.


-¡Tenemos un problema! –Exclamó Luis entrando de golpe en la habitación y haciendo que casi me diera un infarto al despertarme de aquella manera. – Perdón... no pensé que pudieras estar durmiendo.


- Ya no lo estoy, ¿qué pasa?- dije frotándome los ojos.


-Acabo de encontrarme con... digamos que con dos matrimonios muy bien situados.- yo lo miré sin comprender.- Camille... esto es más complicado de lo que te puedas imaginar, cuando lleguemos a casa deberé dar muchas explicaciones por haberme casado contigo y la realidad es que solo una les valdrá a mis padres y aunque a los monarcas no les hará ninguna gracia lo achacarán a mi juventud. Si tu padre tuviera algún titulo la cosa cambiaria un poco, pero...

Lo que las apariencias esconden (3° Libro  Saga VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora