XXV

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Tras haber sido anunciados entramos en el gran salón siendo conscientes de que nuestros nombres estaban en boca de todos, especialmente el mío.

Me habían presentado a tantas personas que ya ni intentaba recordar sus nombres, me ceñía a sonreír, aceptar cumplidos, hacer cumplidos y bailar con algunos de los caballeros. Estaba siendo una tortura, había demasiada gente y todos parecían querer llamar mi atención.

-Señora Cigar... ¿está usted bien?- me preguntó mi pareja de baile.

-Sí disculpe, estaba distraída...

-Como le decía, podríamos considerarnos familia.-dijo altanero aquel caballero cuyo nombre no recordaba.

-¿Es eso cierto?- pregunté con poco interés.

-Claro, sabrá usted que la hermana de su marido se casó hace unos meses con mi primo. Y por consiguiente... yo también soy sobrino del rey.- No tenía muy clara cuál debía ser mi respuesta en aquella ocasión. Por ello opté por dar la respuesta que a todos agrada, alagarlo.

-Se nota que es usted digno de tal cercanía a la monarquía.- Mi cumplido fue respondido con un asentimiento y un levantamiento orgulloso de barbilla.

-Hace mucho que no se de mi querido primo... ¿No sabrá usted por casualidad dónde está?- parecía muy interesado en mi respuesta.

-Según tengo entendido está en una larga luna de miel, pero si tanto le interesa puede preguntar a los archiduques, seguro ellos pueden darle más información.

-No querida, no desearía molestarlos con asuntos personales.- Continuamos bailando en silencio.- Por cierto, es usted la dama más bella de la sala, si en algún momento necesita entretenimiento no dude en escribirme.- Aquel hombre parecía realmente seguro de sus palabras... ¿me había hecho una proposición o eran imaginaciones mías?

Cuando el baile finalizo y por fin me vi libre, intenté escabullirme de él, y lo logré al dar con un balcón. Siempre me pasaba igual, cuando me interesaba un caballero parecía que yo era invisible, no obstante, cuando era yo la que le interesaba a un caballero, resultaba que estos... bueno, eran llamémoslos extraños y desagradables. En el fondo ahora mismo agradecía estar casada y tener una excusa perfecta para poder librarme de... de todos los caballeros que no fueran mi marido. Salí al balcón y me sentí renovada al recibir sobre mi piel el fresco de la noche, pero pronto me percaté de que otra pareja ocupaba ya aquel escondite. Por ello, retrocedí despacio intentando no hacer ningún ruido hasta que... ¡¿Ese era Luis?! ¿Qué estaba haciendo abrazado a una mujer?... Desde mi escondite no los veía con claridad, pero juraria que se estaban ¡Besando!

Me escondí tras unas plantas para poder observarlos mejor, aquella dama era joven y por el vestido negro que llevaba tenía que ser viuda. Era la misma a la que Luis había saludado tan efusivamente antes. Comencé a sentirme indispuesta, no había peor dolor ni más profundo que el de descubrir que uno era traicionado. Sin mediar palabra volví al interior del salón y busqué a mi suegra.

-Camille cariño ¿te encuentras bien? No tienes buena cara.-Pregunto con ternura.

Lo que las apariencias esconden (3° Libro  Saga VERDADES OCULTAS)Where stories live. Discover now