XXVI

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Era la tercera noche que "dormía" fuera de la cama y cada día estaba de peor humor, además de contar ahora con unas horribles y moradas ojeras en mi rostro.


-Buenos días- Me saludó Luis mientras se desperezaba en la cama con una estúpida sonrisa.


-Lo serán para ti.- Aquella noche viendo que de nada servía seguir dando vueltas en el sillón, me había arreglado antes de que el sol saliera y estaba ya preparada para ir a desayunar.


-¡Qué madrugadora!- se sorprendió Luis al verme.


De camino al comedor tuve que apoyarme un par de veces en la pared, siempre que no dormía bien me dolía la cabeza horrores y se me revolvía el estómago. Por ello, no me sorprendió el tener que salir corriendo del comedor y terminar vomitando en un macetero cercano.


-¿Estás bien?- preguntaron al unísono Sira y Luis acercándose a mí.


-Sí, no os preocupes... no ha debido sentarme bien algo del desayuno.- Sira me miró y pareció que sus ojos se iluminaban.


-¡AAA! ¿No me digan?- dijo mirándonos.


-¿Qué no deben de decirte querida?- preguntó Toni acercándose a nosotros.


-Creo que vamos a ser abuelos.


-¡¿Qué!?- exclamé.


- ¡MAMÁ!- Intentó intervenir Luis.


-Qué alegría, por eso te encontrabas mal en el baile... no puedo creer...


-¡No! – exclamé.


-No tienes que tener miedo ya verás es maravilloso...


-Sira, es imposible que esté embarazada- le dije intentando hacerla entrar en razón.


-Bueno... -dijo ella.- imposible imposible no lo es, y más con lo jóvenes que sois.


-¡Es imposible!- sentencié haciendo que en la mirada de Sira y de Toni se dibujara un gran interrogante. – Si me disculpáis... creo que necesito descansar.


-Claro- dijo Luis viendo que sus padres no iban a decir nada.- Luego subiré a ver cómo te encentras.


Mientras subía las escaleras escuche el interrogatorio al que debería someterse Luis por mi culpa, pero me encontraba tan mal que no me importó abandonarlo.


Entré en la habitación y sin siquiera quitarme los zapatos me dejé caer en la cama y me dormí. Tras lo que a mí me pareció un segundo mis ojos volvieron a abrirse y lo primero que vi fue a Luis, sentado en una silla junto a la cama.


-¿Por qué siempre estás escribiendo?- pregunté tras un gran bostezo.


-Para no olvidar.- dijo sonriendo.- ¿cómo estás? ¿Te encuentras mejor?


-Sí, solo necesitaba descansar un poco.


-Ya... no es nada cómodo ese sofá eee- dijo risueño.


-NO, no lo es.- dije sin poder evitar que se me escapara una sonrisa.- ¿Qué les has dicho a tus padres?- mi pregunta pareció ponerle un poco en tensión.


-Bueno... yo.... Camille odio mentir y no podía añadir otra losa al peso con el que estoy cargando. Siento haber contado algo tan íntimo pero... por favor no me odies.- su mirada me recordó a la de un corderito asustado.


-¿Qué les has dicho?


-Les- les he dicho que consumamos el matrimonio pero que no fue una buena experiencia y que necesitabas algo de tiempo. – noté como mi cara iba tiñéndose de rojo, pero no sé si en ella reinaba la vergüenza o la rabia.


-¡QUÉ!- Exclamé- ¿Cómo pretendes que mire a tus padres a la cara?- dije tapando mi cara con un cojín.


-Si te consuela van a estar unos días fuera, quizás se les olvide. – dijo intentando animarme.


-¿Pero es qué ...? ¡No comprendo! ¿En qué momento se te ocurrió contarles eso a tus padres? ¡QUÉ VERGÜENZA LUIS! Podías haberles dicho que había sangrado...- Luis pareció caer en la cuenta de que aquella escusa habría sido mejor que contar aquella intima verdad.


-Me odias ¿verdad?


-El papel de niño arrepentido lo bordas- El levantó la mirada.


-¿No me odias?.


-No lo hago.... O no por esto... - dije para molestarlo.- pero de veras que no comprendo que pasa por tu cabeza Luis.


-La verdad es que mis padres jamás han tenido problemas en hablarme de cualquier cosa. Es más mi madre me dio una charla cuando cumplí los 16 que... no pude mirarla a la cara por días pero ella consiguió que respetara a las mujeres. 

Lo que las apariencias esconden (3° Libro  Saga VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora