Moscas que comen te amos

3.9K 658 63
                                    

«Si lo piensas bien, yo soy mejor que él. Tal vez Felix sea más delgado, joven y de apariencia sumisa como tanto habrías deseado que yo fuera, pero ya no somos un par de pubertos que se guían solo por eso, ¿verdad?. Además, yo me entregué a ti por completo sin dudarlo, eso cuenta ¿no crees?».

Minho negó decepcionado al no recibir respuesta alguna, por lo que prefirió seguir hablando.

«Ten, come tu cena. Es tu platillo favorito. Te conozco de extremo a extremo, ¿lo ves? ¿Recuerdas por qué decidiste venir a vivir conmigo? ¿Los sueños que compartíamos? Sí, ya sé que nunca pude dedicarte el tiempo necesario, lo intenté, no es necesario que me lo eches en cara. Por favor, no hablemos de cosas tristes, mejor termina tu cena, él llegará pronto. Así es, lo he citado hoy, pero no para que se acueste contigo, sino para demostrarte que no es rival para mí.

¿Felix? ¡Ja! Claro que no, sin duda alguna no lo es... ¡Ese resbaloso de mierda! ¡Mi mejor amigo! Así lo llamé durante años, y tú... ¡Hijo de puta! ¡Revolcándote con él mientras yo trabajaba dia y noche para ayudarte con las cuentas! Pero ahora yo... ¡No!, es que nosotros... yo sólo... yo nunca... tú... tú ya sabes que te amo... te amo demasiado... y yo... tú... tú me amas, ¿verdad? ¿Me sigues amando?».

Bangchan no contestó. Estaba recostado en la cama, con la muerte fumando a su lado. Su pulso se había fugado la noche anterior, su rostro pálido aún conservaba restos de su última expresión. Sus preciosas manos ya no lo tocarían nunca mas, sus hermosos labios ya no le mentirían a nadie mas.

Su piel se había vuelto un refugio donde las moscas podían descansar. Las cortinas cerradas no dejaron que el sol se enterara de lo que había pasado dentro del cuarto.

Sonó el timbre. Desde luego, era Felix.

Minho colocó el plato con aquella cena intacta en el buró y recogió un cinturón que reposaba en el suelo, el mismo cinturón que había dejado una marca pintada en el cuello de su Bangchan ahora muerto.

Sonrió, y bajó a abrir la puerta...

CUENTOS PARA MONSTRUOS | 𝐒𝐓𝐑𝐀𝐘 𝐊𝐈𝐃𝐒Where stories live. Discover now